¿Cómo pienso?

Pienso que nuestras formas de vivir y también de pensar y sentir dependen del sistema económico. En este sentido, hago mías las palabras de Sala i Martí que hablan de ‘ni en la cartera, ni en la bragueta’. Soy liberal en el sentido más clásico de la palabra, aquel que ofrece John Stuart Mill.

Por ello, cuando me hablan de políticas de izquierdas o derechas, de verdad que no entiendo nada. No soy ni de unos ni de otros, sino todo lo contrario. Ortega decía que ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil. En mi opinión el tipo la clavó.

Al mismo tiempo que me calificó como liberal, tengo conciencia de que el mito fundador de la democracia, la igualdad de oportunidades de los ciudadanos, no es posible hoy día si no existe el acceso colectivo a la comunicación y la cultura: el papel del Estado en este sentido debe ser fuerte y eficiente, que no grande ni injustamente eficaz.

Por último, completan bien la descripción de mi personalidad otra cita de Ortega, aquella que habla de que ‘sólo se puede avanzar cuando se mira lejos’ y de que ‘sólo cabe progresar cuando se piensa en grande’, y el concepto de destrucción creativa de Schumpeter. Este último, según el economista austríaco, describe el proceso de innovación que tiene lugar en una economía de mercado en el que los nuevos productos destruyen viejas empresas y modelos de negocio.

Schumpeter se refería principalmente a la innovación tecnológica que se produce en torno a una empresa, pero a mí me gusta también aplicarlo a la creatividad y a las personas, en la empresa y en la vida cotidiana. Curiosamente Bakunin también pensaba que ‘la pasión por la destrucción es también la pasión creativa’.

Además, al hilo con lo anterior, soy mucho más de hacer que de decir. O eso intento. Controladamente impulsivo, intento que la aversión al riesgo no pueda conmigo y, por ello, intento que mi pensamiento evolucione constantemente.

En lo profesional pienso que es mejor sacar acciones o propuestas de un etiquetado incompleto que de volcarme en conseguir un etiquetado perfecto para quedarse ahí. A veces, el miedo a hacer lleva a poner el foco en lo secundario y no en lo principal, atrasando siempre lo que hay que hacer de verdad. Quien la lleva, la entiende.

En lo futbolístico, soy mourinhista. Es algo muy básico; consiste en hacer frente a los problemas, no mirar para otro lado, mucho menos rendirse sin dar batalla por comodidad y/o cobardía. Hay gente, muy lista en algunos casos, que no lo entiende. Para mí, la forma más sincera de ser.