Entrevista: Patricia Diego

Tuve la oportunidad de entrevistar a Patricia Diego, experta en producción de ficción televisiva, en una visita a Pamplona. Charlamos sobre  la industria, sobre sus gestores y sobre sus contenidos. Echadle un ojo, porque es realmente interesante. Muchísimas gracias, Patricia.

[vimeo]http://www.vimeo.com/20708869[/vimeo]

Entrevista: Mercedes Medina

Continuando con las entrevistas que estoy llevando a cabo, os dejo la que hice a Mercedes Medina, profesora de la Universidad de Navarra y directora del Máster en Gestión de Empresas de Comunicación (MGEC) de la misma universidad. Si estáis interesados, no os la perdáis porque es una opinión experta en el ámbito de la televisión. Gracias, Mercedes.

[vimeo]http://www.vimeo.com/18929701[/vimeo]

¿Qué se entiende por producción televisiva independiente?

Qué se conoce por producción audiovisual independiente es objeto de confusión muy a menudo. Mariano Cebrián Herreros, en su conocido diccionario de radio y televisión,  define a la empresa de producción independiente como “la entidad que sin estar vinculada a ninguna emisora en particular produce programas para vendérselos a ellas” (Cebrián Herreros, 1981).

Del mismo modo se manifiestan la directiva 89/552/CEE de Televisión sin Fronteras y sus posteriores revisiones, que habla de productor independiente como de “la persona física o jurídica que no sea objeto de influencia dominante por parte de las entidades de radiodifusión televisiva por razones de propiedad, participación financiera o de las normas que le rigen” y entiende “que existe una influencia dominante, directa o indirecta, por razones de propiedad o participación financiera, cuando las entidades de televisión posean más del 50 por ciento del capital suscrito en la empresa productora, dispongan de la mayoría de los votos correspondientes a las participaciones emitidas por la misma o pueda designar a más de la mitad de los órganos de administración o dirección” (Comisión Europea, 1989).

Javier Bardají y Santiago Gómez Amigo definen el subsector de la producción independiente como “eslabón imprescindible dentro de la cadena de valor del sector audiovisual” y “responsable de la mayoría de los programas de éxito en España, tanto desde el punto de vista de la audiencia como desde el económico” (Bardají y Gómez Amigo, 2004).

El nacimiento de la producción independiente en España estuvo directamente vinculado a la hegemonía de la programación de las series de producción propia como motores básicos de las cuotas de audiencia de las cadenas y como elemento clave de su imagen de marca (García de Castro, 2002). A pesar de que la cifra de series que se producen a día de hoy se ha reducido en comparación con las del inicio de siglo, este comportamiento se debe a que existe una mayor continuidad de las series emitidas: se emiten menos, pero también son menos los espacios retirados si se compara con fechas posteriores. Lo que es bien cierto es que este número, teniendo en cuanto el alto coste de producción de una serie, continúa siendo demasiado alto. De 49 series estrenadas entre 2000 y 2006, sólo permanecieron en parrilla 8, cifra claramente exagerada.

Por otro lado, el sector industrial de compañías de producción denominadas independientes muestra un grado real de dependencia variable, “ya que en la mayoría de ocasiones utilizan los equipos técnicos e incluso humanos de las propias televisiones que con posterioridad emitirán los productos audiovisuales. Además, algunas de estas productoras han sido adquiridas o creadas por grupos de comunicación con intereses en la difusión televisiva e, incluso, algunas de las productoras más potentes han emprendido el camino de la integración vertical descendente y han entrado en el accionariado de cadenas televisivas. En cualquier caso, a efectos nominales […] se consideran tales compañías como independientes ya que la producción de programas se realiza por parte de una empresa ajena a la que los emite, aunque puedan tener vínculos accionariales entre ellas” (Fernández Quijada, 2009: 194). Este hecho no es nuevo ni propio del sistema televisivo español pues, como se analizó, por un lado, la elección de una legislación u otra determina qué tipo de sistema se desarrollará y, por el otro, los costes de producción unitarios decrecientes y la inherente tendencia a las economías de escala de la televisión determinan de forma inevitable el comportamiento de las televisiones y de sus empresas subsidiarias a la integración. En este sentido, dicha situación ya se produjo en Estados Unidos hace décadas, cuando las televisiones, en un doble intento de zafarse de la presión legislativa y también del poder de los históricos grandes estudios de Hollywood, comenzaron a crear y a permitir la creación de productoras de mediano y pequeño tamaño muy cercanas a su órbita de actuación, que a su vez le ofrecían productos interesantes a un menor coste relativo con los que cubrir sus necesidades de programación con gran éxito.

Algunos autores van más allá y señalan que, por este motivo, “la producción independiente no existe en España. Ello se debe a que las productoras no trabajan motu propio para luego vender sus productos a los canales de televisión, sino que son estos últimos los que financian casi la totalidad de la producción. Esta fórmula se asemeja a la producción propia, aunque la verdadera producción propia sería la que realizan las televisiones con sus propios medios técnicos, es decir, con el personal y las infraestructuras de la casa” (Álvarez Monzoncillo y Villanueva, 1999). Según tal visión, el factor determinante en el escaso desarrollo de un verdadero sector de la producción es la no posesión de la propiedad –o copropiedad— de la obra audiovisual ni de los derechos de formato, si se diera el caso.

Lo cierto es que las opciones para una cadena de televisión en lo que se a producción se refiere pasan por la producción propia o la producción ajena; hacer sus programas o comprarlos ya producidos. Dentro de la primera, aquella originada total o parcialmente desde la cadena, se distingue, a su vez, entre producción interna, la totalmente realizada por el operador con sus propios recursos, y producción externa, ya sea ésta financiada, asociada o realizada en coproducción. Por producción ajena se entiende la compra de derechos de antena de programas producidos sin colaboración de la cadena, ya sean éstos productos nacionales o importados (Bustamante, 1999: 108). En los últimos años se ha consolidado la tendencia a utilizar la forma de producción propia externa, en especial la financiada, debido que permite una mayor flexibilidad creativa, un ahorro de gastos de desarrollo por parte de las cadenas, una delegación del riesgo de ejecución —factor importante y peligroso sobre todo en ficción y que es traspasado a la empresa productora[1]— así como la existencia de una legislación proclive a reforzar la estructura empresarial de productoras independientes. En este sentido, “la entrega del producto totalmente terminado y listo para emitir es un procedimiento poco utilizado en España, ya que las emisoras prefieren participar en la producción y controlar de forma más directa el resultado final” (Bardají y Gómez Amigo, 2004: 37).

De forma más concreta, actualmente se entiende como producción independiente, en España pero también en el resto del mundo, a “la producción realizada por empresas del sector audiovisual para una cadena. Normalmente se hace mediante un encargo específico por parte del canal. Puede ser bien mediante coproducción, donde la cadena pone todos los medios técnicos y la productora independiente la creatividad y la dirección artística, o bien que la productora entregue el programa entregue el programa totalmente terminado a la cadena para que ésta sólo tenga que emitirlo” (Irisarri, 1999).

De este modo, “la característica básica de las productoras independientes de televisión que las diferencia de la producción ajena como proveedores de contenido para la televisión viene dada por la exclusiva especialización de la producción enfocada a otros operadores, generándose básicamente una única ventana de explotación —la televisión— para la que producen series de ficción y otros programas específicos, y con una característica diferencial respecto de la producción ajena, que será su carácter o adaptación al mercado y gustos locales. Por el contrario, el origen de la producción ajena está en compañías con distintas ventanas de explotación para los contenidos que producen, en los que la televisión no deja de ser un mercado definitivo para la consecución de la rentabilidad de las distintas producciones realizadas” (Villanueva Galobart et al., 2008: 152-153).

BIBLIOGRAFÍA

Álvarez Monzoncillo, José María; López Villanueva, Javier (1999) La producción de ficción en España: un cambio de ciclo. En: Zer: Revista de estudios de comunicación = Komunikazio ikasketen aldizkaria, nº 7

Bardají, Javier; Gómez Amigo, Santiago (2004) La gestión de la creatividad en televisión: el caso de Globomedia. Pamplona: EUNSA

Bustamante, Enrique (1999) La televisión económica: financiación, estrategias y mercados. Barcelona: Gedisa

Cebrián Herreros, Mariano (1981) Diccionario de radio y televisión: Bases de una delimitación terminológica. Madrid: Alhambra

Comisión Europea (1989) Televisión Sin Fronteras, 89/552/CEE. En: http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=CELEX:31989L0552:ES:HTML

Fernández Quijada, David (2009) Producción independiente de television en Andalucía, aproximación a la estructura de un sector desconocido. En: ÁMBITOS. nº 18, pp. 191-209

García de Castro, Mario (2002) La ficción televisiva popular. Una evolución de las series de televisión en España. Barcelona: Gedisa

Irisarri, José Antonio (1999) La industria de la producción televisual y cinematográfica: de la exportación al colonialismo cultural. En: Nuñez Ladevéze, Luis; Sinova, Justino. Política y medios de comunicación. Madrid: FAES

Villanueva Galobart, Julián; Irisarri Nuñez, José María; Campos Santamaría, Eva; Baz Ribó, Fernando (2008) La TDT: ¿un negocio imposible? Barcelona: Deusto


[1] En este tipo de producción, las empresas de televisión, las cadenas, tan solo asumen el riesgo empresarial del producto.

De emprendedores, charlatanes y embaucadores

Las dietas de moda son populares porque prometen asombrosos resultados con un mínimo esfuerzo. Muchas personas quieren perder peso, pero no desean pagar el precio de ingerir menos calorías y hacer ejercicio de una manera más habitual. Estas personas son convencidas demasiado deprisa por las tranquilizadoras palabras de otras que se proclaman expertas y que venden un producto milagroso. Quieren creer que esta nueva dieta fácil de seguir dará realmente resultados.

La economía del emprendimiento también es popular, más o menos por la misma razón. En este sentido, todo el mundo puede adoptar el título de emprendedor y afirmar que ha descubierto una fácil solución para resolver los problemas, por pequeños que éstos sean, no sólo de la economía, sino de la sociedad. Además, estas modas suelen tentar a los políticos, que están deseosos de encontrar una solución fácil y nueva para resolver los problemas difíciles y persistentes. Algunas modas proceden de charlatanes que utilizan locas teorías para acaparar la atención del público y promover sus propios intereses. Otras proceden de embaucadores que creen que sus teorías son realmente ciertas.

Ser emprendedor es algo muy serio y no creo que de la noche a la mañana los emprendedores crezcan como setas. Hay ganas, sí, pero no emprende con éxito el que quiere sino el que realmente puede porque consigue unas condiciones que le permiten tomar decisiones y correr riesgos que en otro entorno no podría tomar. Aún así, la tasa de fracasos, por desgracia, es altísima como para tomar decisiones de forma liviana. Y más en España. Si quieres, puedes; seguro que sí, pero con sangre, sudor y lágrimas. Emprender consiste en darse ostias y levantarte; es una actitud vital, una forma de interpretar la vida, un modo de afrontar la realidad y una manera que tenemos de entender lo que nos rodea. Un emprendedor se  perfecciona, sí, pero a partir de la formación y a partir de la experiencia, y no a base de canapés en el último evento de turno o escribiendo un tweet o post alabando a otro pseudoemprendedor. Eso ya lo hemos probado y no funciona. Me preocupa, por un lado, que muchos, perdidos o simplemente necesitados de consejo, se fíen de los que proclaman que emprender es un camino de rosas y no sigan los pasos adecuados para realmente emprender y, por el otro, me preocupa que, como dije, charlatanes y embaucadores lideren un cambio que deje las cosas peor de lo que están para luego salir corriendo hacia la próxima promesa social. Porque todos sabemos que las burbujas y las modas, cíclicas, se dan tanto en los tulipanes y viviendas como en las formas de afrontar la vida, ¿verdad?

Me viene a la cabeza el famoso vídeo de Steve Jobs en el cual relata cómo consiguió casarse con la mujer que quería y formar una familia además de fundar una de las empresas que, a día de hoy, presenta una cotización bursátil de las más altas de las bolsas norteamericanas, vende productos que conjugan calidad y fantasía y posee un grupo de clientes incondicional. Junto a él, me viene a la cabeza la palabra perseverar. Creo que para ser emprendedor, como para muchas otras cosas en la vida, hay que pagar peaje, ¿cuántos están dispuestos a pagarlo? Una cosa es decir que sí y otra es pagarlo cuando se llega a la taquilla. Una vez me dijeron que, si realmente quería algo, debía darme veinticinco años. Si a los veinticinco años no lo conseguía, debería continuar intentándolo, ¿están todos los que se proclaman como emprendedores dispuestos a pagar ese peaje? Creo saber la respuesta y de ahí mis preocupaciones anteriores.

Las personas que siguen una dieta de moda ponen en peligro su salud, pero raras veces la pérdida de peso que desean. Asimismo, cuando se recurre a los consejos de charlatanes y embaucadores, raras veces se consiguen los resultados deseables que preveían. La sociedad española necesita de una buena dosis de actividad emprendedora, es verdad, y se deben tomar las medidas adecuadas para, pensando en términos marginales, que se lleve a cabo. Pero no toda vale.

En el caso de la nutrición, los expertos se pusieron de acuerdo hace muchos años sobre los elementos básicos de la pérdida de peso: ejercicio y una dieta equilibrada de grasas. En el ámbito de la empresa, según Schumpeter, el emprendedor es aquel que tiene la capacidad de transformar innovaciones, desde un invento a un producto practico, lo que obviamente implica un alto riesgo económico. El fundamento de todo esto se encuentra en el trabajo. La innovación por la innovación no sirve para nada, pues necesita de una aplicación que haga la vida más fácil. En todo ello, el networking, Internet y otras muchas actividades no son más que complementarias, tentáculos que permiten una mayor proyección a ese trabajo. A veces pienso que se está haciendo más hincapié en lo segundo que en lo primero. Y me preocupa.

Lecturas: ‘La TDT: ¿un negocio imposible?’, de Julián Villanueva et al.

‘La TDT: ¿un negocio imposible?’ es un libro que recoge, en mi opinión, de forma excelente la evolución de la televisión en España y las tendencias futuras que se vivirán en el sector. De hecho, en mi opinión, muchas de ellas ya se están produciendo pero, como suele ocurrir, pues no existe la suficiente distancia temporal, no nos damos cuenta.

El libro está editado por Ediciones Deusto, que formaba parte del Grupo Planeta hasta el pasado mes y está escrito por cuatro autores: Julián Villanueva, José María Irisarri, Eva Campos y Fernando Baz. Se editó en 2008 y creo que era —es— un libro necesario porque recoge el panorama presente y futuro de los canales de televisión que operan en España y muestra cómo las maneras de consumir cambian en un momento, el actual, ‘de gran turbulencia e incertidumbre tecnológica’.

El libro se divide en cinco capítulos que recogen, en líneas generales, las características que presentan los principales agentes del sector televisivo: los operadores, los anunciantes y los proveedores de contenido o productoras televisivas. El quinto capítulo es el de las conclusiones, entre las que se destacan las más importantes.

Acuerdos idiosincrásicos o La importancia de gestionar tu propia creatividad

Actualmente estoy leyendo ‘La clase creativa’ de Richard Florida y me he topado con un pequeño apartado, ‘Un contrato de trabajo diferente’, que, en mi opinión, no tiene desperdicio. Yo lo asocio directamente a la necesidad existente  de gestionar la creatividad —la intrínseca a cada uno de nosotros— para el desempeño de nuestro trabajo, sea cual sea éste. No es que sea un opción. En mi opinión, es una obligación. Existe un dicho que dice  ‘Quién no esté dispuesto a cambiar, sólo puede cambiar a peor’. No lo puedo expresar mejor.

Os dejo el apartado, que también se puede encontrar en el libro. Tan sólo omito algunas frases para dar cierta ligereza al texto:

“[…] la naturaleza del trabajo entre las empresas y las personas está cambiando drásticamente. El contrato de trabajo de antes estaba orientado al grupo y enfatizaba la seguridad laboral. El de ahora se ajusta a las necesidades y los deseos de la persona. El anterior sistema de la era de las organizaciones era un verdadero paquete de ofertas, un ‘contrato social’ exhaustivo por el que las personas ofrecían su vida laboral a cambio de dinero, seguridad y sentido de identidad que se derivaba de formar parte de la empresa. Asumían su puesto dentro de la jerarquía, cumplían normas burocráticas e iban ascendiendo en el escalafón de la empresa. En palabras de William Whyte, entre los directivos y las grandes empresas para las que trabajaban se desarrollaba una ‘armonía completa’ que conseguía que los directivos se entregaran aún más a la organización.

El nuevo contrato de trabajo no podría ser más distinto. Las personas creativas ofrecen sus ideas y su energía creativa a cambio de dinero. Sin embargo, también quieren flexibilidad para poder hacer lo que les interesa en condiciones que se ajusten a su manera de ser. Por lo mismo, sustituyen la seguridad por la autonomía y la conformidad por la libertad de cambiar de trabajo está unirse a proyectos y a actividades que les interesen. Este giro hacia la motivación interna y la autonomía personal en el lugar de trabajo está unido al hecho que nuestra identidad ya no depende de la empresa para la que trabajamos, sino del trabajo que hacemos, de nuestra profesión, del estilo de vida que llevamos y de la comunidad donde vivimos.

La nueva realidad pone patas arriba la armonía completa de Whyte. En lugar del contrato social amplio, una de las características fundamentales de las relaciones laborales actuales es que los empleados buscan y obtienen lo que mi colega Denise Rousseau, de Carnegie Mellon, llama ‘acuerdos idiosincrásicos’. Estos acuerdos pueden incluir una descripción no sólo del puesto de trabajo ‘esculpido’, sino también de las condiciones laborales adaptadas a la persona. El objetivo es proporcionar la mezcla exacta de seguridad, flexibilidad, reto, etc., que desea la persona a quien la empresa quiere contratar. Un estudio que Towers Perrin realizó en 2001, a partir de una muestra de más de 5.500 profesionales, aconsejaba encarecidamente a las empresas que ofrecieran este tipo de acuerdos, tanto para retener a los empleados más importantes como para capturar ‘el esfuerzo discrecional que conduce al rendimiento máximo’.

Según Rousseau, la aparición de este nuevo contrato laboral es consecuencia de dos factores relacionados entre sí. El primero es que ahora es más probable que los trabajadores busquen contratos específico a corto plazo. El sistema antiguo de empleo de larga duración proporcionaba a los trabajadores más motivos para creer que, si se esforzaban desde el principio, se verían recompensados con salarios elevados más adelante. En nuestros días, los trabajadores no tienen motivos para creer que seguirán en la misma empresa durante mucho tiempo, así que quieren las recompensas ahora. El segundo factor es que las personas creativas acostumbran a considerar que son únicas y que cuentan con un conjunto de habilidades, por lo que esperan ser recompensadas en consecuencia” (Florida, 2010: 196-197).

Transcribiendo el texto, me he dado cuenta que quizá algunos términos se entienden en su significado pleno si se han leído previamente las anteriores 200 páginas. Os animo a ello.

El porqué del éxito de Antena 3

En el ámbito de la televisión, el grupo Antenta 3 gestiona directamente los canales Antena 3, Neox y Nova por televisión digital terrestre. Además, explota la señal de Antena 3 Internacional por satélite; cuenta con un canal en alta definición, Antena 3 HD; y opera el canal autonómico Antena 3 Canarias en las islas del mismo nombre. Por último, desde el 23 de agosto de 2010, ha añadido a su oferta televisiva un nuevo canal, Nitro, sólo disponible en TDT, que va dirigido a un público masculino.

Con este nuevo movimiento, completa la segmentación de su oferta, intentando adaptarse a las tendencias del mercado: si bien el principal canal del grupo continúa siendo de carácter generalista, Neox se dirige a un público juvenil y Nova a uno femenino.

En un intento de convertirse en operador global y multisoporte de contenidos, además de establecer una política propia que abarque la evolución de la gestión publicitaria y el crecimiento del video bajo demanda, Antena 3 puso en marcha Televisión 3.0. En este sentido, el grupo ha marcado una pauta única, concibiendo todos sus canales como un todo donde la marca se comercializa al unísono. Así, se emiten los cortes publicitarios en todos los canales del grupo al mismo tiempo, con el fin de buscar una mayor rentabilidad económica en el todavía incierto. Dicha estrategia, pionera en Europa, ofrece a los anunciantes soluciones eficaces en el nuevo entorno competitivo.

Al igual que las del resto de operadores tradicionales, las audiencias de la cadena generalista de Antena 3 ha ido descendiendo durante la década. En el año 2000, sus índices de audiencia se situaban en un 21,6 por ciento; en 2007 y 2008, cuando la fragmentación de las audiencias se mostraba ya como consecuencia directa de la aparición de una mayor oferta televisiva, su cuota de pantalla se estableció en un 17,4 y en un 16 por ciento respectivamente. En lo que se refiere a los datos de 2009, según su memoria anual, Antena 3 concluyó como grupo privado líder de audiencias, con una media del 16,6 por ciento de cuota de pantalla.

Sin embargo, en 2010, se ha producido el gran éxito en la estrategia comercial del grupo ya que Nova y Neox consiguieron una audiencia conjunta del 6 por ciento el 19 de julio, récord en audiencias para las cadenas temáticas surgidas tras el apagón analógico. Así, Nova alcanzó un 2,54 por ciento y Neox su segundo mejor dato, un 3,51 por ciento.

De forma particular, el caso de Neox es digno de mención, pues ha alcanzado cotas inesperadas incluso para sus propios gestores: por aquellas fechas consiguió liderar en solitario el ranking de los canales exclusivos de TDT y logró ponerse a la par, e incluso superar, la audiencia media de, por ejemplo, La 2[1]. Estos últimos registros tienen mucha más importancia si cabe si se tiene en cuenta que en ese último año, el crecimiento de Nova ha sido del 89 por ciento y el de Neox del 62 por ciento[2].

Además, desde enero de 2011, la cadena de Planeta dispone en exclusividad de los mayores éxitos cinematográficos de Disney gracias a un acuerdo que también incluye algunas series menores del conglomerado americano[3]; algo de gran importancia estratégica para mantener sus audiencias.

Su situación, que se puede considerar al alza, contrasta con la de su histórico rival, Telecinco, que sufre una fuerte crisis de audiencias, cayendo a niveles mínimos históricos y cuyos canales para TDT no terminan de despegar.

Por último, todo lo expuesto se hace sin considerar la más que probable fusión con LaSexta, con lo que superarían en canales y espectadores a Telecinco y a Cuatro, ya que sólo el canal Neox hace la audiencia de los canales FDF, La Siete y Boing de Telecinco.

La mejor gestión de sus activos y la toma de conciencia del nuevo mercado que se les plantea a los operadores tradicionales, tanto en la TDT como en Internet, y la fusión con LaSexta hacen que sea firme candidata a liderar el futuro multimedia de la televisión. Muestra de hecho es el cambio en su cúpula directiva en el pasado mes de marzo. Estoy seguro de que en Antena3 tienen muy claro cómo se evoluciona en un nuevo mercado en el cual el consumo se hace ‘bajo demanda’ de los propios espectadores.


[1] El Economista, 20-VII-2010

[2] La Razón, 2-VIII-2010

[3] El Mundo, 4-X-2010

Lecturas: ‘La televisión económica’, de Enrique Bustamante

‘La televisión económica’ se ha convertido para mí, y para otros muchos, en un libro casi de cabecera. Han pasado algo más de diez años desde su publicación pero, en mi opinión, todavía explica perfectamente el funcionamiento de la televisión. Y una década, en un sector tan dinámico y de naturaleza cambiante como el audiovisual, son muchos. A veces releo ciertos capítulos y descubro que aspectos increíblemente actuales ya estaban escritos. Repito: un libro de cabecera para todo estudiante que esté interesado en la economía política de los medios.

¿Cómo ha conseguido aguantar? De un forma muy sencilla: explica de manera magnífica la lógica económica que se impone en cualquier sistema televisivo, por muy público o muy privado que éste sea. Toca temas que abarcan desde la financiación de las televisiones públicas hasta la producción de programas. En este sentido, cada capítulo, abarca un aspecto determinado de la realidad televisiva en su vertiente más estructural.

Aunque yo he dicho que, pese a todo, es un libro de gran actualidad, hablando con su autor, Enrique Bustamante, me confesaba que ya va siendo hora de actualizarlo para poder tratar más a fondo las claves de futuro ya apuntadas hace diez años y que sitúan al audiovisual como ‘sector punta del desarrollo económico y como motor central de la sociedad de la información’. Con un poquito de suerte, a ver si su editor lee esto y se pone las pilas.

Lecturas: ‘Estructura y gestión de empresas audiovisuales’, de Mercedes Medina

Hace bastante tiempo que leí y trabajo con ‘Estructura y gestión de empresas audiovisuales’ de Mercedes Medina Laverón, profesora de la Universidad de Navarra, donde es Directora del Departamento de Empresa Informativa y Directora del Máster de Gestión de Empresas de Comunicación.

En mi opinión, es un libro muy recomendable si estás interesado en conocer mejor cómo se ha producido el cambio en las empresas informativas en España. Está editado en 2005 y, como manual, es de gran utilidad para los estudiantes universitarios que deben formarse en el campo de la comunicación audiovisual y que necesitan saber cómo están estructurados los mercados televisivos.

El libro está dividida en dos partes claramente diferenciadas. La primera de ellas está dedicada a la estructura del mercado ofreciendo una visión más ‘macro’ del asunto. Es presentada tras una extensa introducción sobre los orígenes y el desarrollo histórico de este tipo de mercados. Quizá chirría la disposición de los capítulos, pero ofrece una visión general y sucinta sobre los países más importantes en Europa y también sobre Estados Unidos. Además, aunque de forma tímida, introduce ciertos aspectos sobre la estructura de mercado en Latinoamérica.

La segunda parte, sin embargo, está dedicada a la gestión de empresas televisivas y engloba ciertos aspectos que son muy interesantes a la hora de dirigir y coordinar personas y activos en el sector. Trata aspectos como la dirección de empresas, la organización, la valoración de necesidades económicas y resultados financieros, así como la siempre difícil valoración artística y comercial del producto audiovisual.

Como única crítica, resaltar que quizá ambas partes no están los suficientemente integradas y su valor es mayor si se analiza parte a parte que si se toman como conjunto. Por el contrario, es un libro claramente bien documentado que ofrece una visión desde el punto de vista empresarial de la actividad de gestión de las empresas informativas y que ha contribuido a aportar algo más de luz a un tema que, al menos para mí, me parece de vital interés no solo en el intento de conseguir un beneficio económico, sino también social y cultural.