El mercado corre, Internet vuela

El asunto traerá cola. Y queda mucha tela que cortar. Hablo del conflicto entre medios y Google. En mi opinión, está claro: los medios tienen mucho que perder. La realizad es tozuda y harían mal en dejar de aprovechar las ventajas que el nuevo entorno trae consigo. Más que nada porque, si ellos no lo hacen, lo harán otros. Esto parece la historia de nunca acabar. Unos ven el tsunami y se preparan para ello; otros, lo intuyen y saben que algo pasa; otros, en cambio, siguen eligiendo bañador. Al tiempo.

Suena raro que una empresa implicada defienda el derecho a Internet, está claro. No seré yo el defensor a ultranza de Google. Pero, la idea sirve: hay mucho más en juego de lo que pueda parecer. Son los modelos de negocio, esos que Internet reventó en su momento. Ahora… sólo vivimos las consecuencias. Hay algunas buenas y otras malas. Pero, las ventajas que el nuevo entorno ofrece a los medios de comunicación y a los profesionales que lo habitan es inmenso. No sé por qué carajo no se aprovecha. O, bueno, sí  lo sé: da más rabia aún.

El tema de los snippets es lo de menos. Pequeñas anécdotas en un mundo cambiante. Me vuelvo a quedar con una frase de Rubén Gallardo: «El mercado corre, Internet vuela». Pues eso.

Twitter, ¿ágora?

No sé qué concepto tenía del Ágora, pero, cuando escuché a Dick Costolo hablar de Twitter como ágora de la sociedad, me dije: a éste se le ha pirado… Pero, más tarde, presté especial atención al vídeo y a lo que Costolo decía, además de buscar una mejor definición de ágora. La idea ya no me choca tanto.

ágora.

(Delgr. ἀγορά).

1. f. En las ciudades griegas, plaza pública.

2. f. Asamblea celebrada en ella.

3. f. Lugar de reunión o discusión.

Antes era muy escuchado que Twitter era como una barra de bar y estaba de acuerdo. Pero, claro, las estructuras y el uso que se hace de ellas va madurando —veremos si como los buenos vinos— y es ahora de avanzar en nuevos desarrollos. Costolo habla de algunas aplicaciones. Cosas que antes eran imposibles, ya lo son. Y tecnologías como ésta, surgidas del hacer, hacen que las excusas se tambaleen. Es paradójico. Estoy convencido de que, ya no sé si gracias a Twitter —es una empresa privada— pero sí gracias a tecnologías que se aprovechan del cambio de hábitos de las personas que las usan, surgirán aplicaciones prácticas que lo cambiarán todo: sistemas de control del tráfico, gestión de asistencia sanitaria o emergencias, etc. Por no hablar de proyectos que se basarán en la propia plataforma para sacar réditos. Nada nuevo bajo el Sol, pero no me deja de llamar la atención.

Aquí os dejo el vídeo, al que llegué gracias a un comentario y post de @jlori. Os recomiendo, si tenéis tiempo, el vídeo completo. Más o menos, es una hora.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=9MFWtj0AMSI[/youtube]

Más ‘Samsunes’, menos mierdas

Samsung me fascina. Mucha gente piensa que son los de las teles, los móviles o las tabletas. Pero Samsung es un gran imperio. Recuerdo, de mi estancia en Seúl, cómo muchos edificios tenían el logo de la empresa, pues Samsung también se dedica al negocio de la construcción allí. Hoy el diario ABC publica un artículo sobre cómo los surcoreanos han conseguido alcanzar el ritmo de ventas de Apple. Es éste. [pullquote]Samsung está envuelta también en la industria pesada, automotriz, servicios financieros, productos químicos, venta al público y entretenimiento.[/pullquote]

Dejando a un lado que el artículo pueda tener cierto sesgo publicitario, la verdad es que creo que tiene razón.

Soy usuario de Apple —tengo un Mac Book— y también de Samsung —Galaxy II S—. Mis amigos y conocidos me suelen decir cómo, siendo yo tan avanzado en nuevas tecnologías (?), es que no estoy loco por el iPhone. Siempre respondo que, cuando miro el iPhone, me parece que su pantalla es diminuta. Lo digo en tona de broma, pero lo que realmente quiero decir es que no siento que mi teléfono sea peor teléfono y que sí existen otras compañías que lo hacen igual de bien que Apple —aquí algunos me dirán que es porque copiaron las patentes de Apple y… entonces me tendré que callar; no sin antes señalar que Apple también ha hecho eso a lo largo de su historia.

[pullquote]La nación es uno de los líderes de innovación en la tecnología, siendo el tercer país con más patente registradas, sólo después de Japón y Estados Unidos.[/pullquote]

Samsung, como digo, es una empresa líder en desarrollo tecnológico. Se ha conseguido posicionar a nivel global de una forma aceleradísima. El día de mañana caerá, como lo hacen todas las compañías de su sector, pero no hay que olvidar que tras su desarrollo existe una gran estrategia privada, la de la propia compañía, pero también pública, la del Gobierno de Corea.

 

Si ahora las empresas coreanas tienen éxito es porque en su día se apostó por ciertos sectores estratégicos y por una internacionalización de sus principales empresas a nivel mundial. Y son bastante agresivos —sin ser esto malo. Es verdad que también ha habido problemas pero, pese a ello, creo que el balance es más que positivo.

Me interesa mucho el tema —innovación, Corea del Sur, Samsung– y seguro que escribo más sobre ello. Por si alguien quiere saber más cómo Samsung se fundó, como evolucionó y cómo ha conseguido tener éxito, aquí el link a un buen libro que me leí hace tiempo.

Sin título

Innovar… no es divertido

Hace poco leí un tuit que me hizo mucha gracia. Venía a decir algo así como que una ardilla podría cruzar España de evento en evento para emprendedores sin tocar el suelo. Está de moda y… hace mucho daño. Entiendo que la situación en España es de ruina total y que las únicas salidas para muchos está en emprender. Lo cual es cierto.

Todo mi respeto para aquel que tiene un proyecto y lucha por sacarlo adelante. Aunque a mí ese proyecto no me interese en absoluto, sólo luchar por algo o alguien da respeto en esta vida. Esta última frase es letra de canción, pero ahora mismo no recuerdo de cuál.

Sin embargo, emprender no es un juego de niños. Hay quien se lo toma a broma: lo pagarán otros. Como siempre. Ahora, hasta dan subvenciones a emprendedores, algo que me parece totalmente contradictorio: ¿para qué cojones quiero yo una subvención administrativa si lo que tienen que hacer las Administraciones es echarse a un lado y dejar hacer?

Emprender no es fácil y, por mucho que te ayuden —nunca, nada, lo hace una sola persona— la sensación normal de alguien que lo intenta es una: estar solo.  Y eso, amigo, no es divertido. Ni fácil. Aunque, repito, sean muchos los que te ayudan y estés rodeado de gente que te quiere.

A algunos de esos que se lo toman a broma les reconocerás porque practican el noble arte del canapé: están en todos los vinos españoles de esos eventos que comentaba, pero no van buscando desarrollar un proyecto sino que… van con un CV debajo del brazo o, peor, sin CV ni proyecto. Lo que hacen suelen denominarlo como networking, pero sólo es menear la perdiz porque… es lo que toca y está de moda. Tengo la teoría de que, en esta vida, si quieres conocer a alguien lo conoces, tanto en la vida profesional como en el ámbito personal: no hace falta irse de copas ni ser amigo de nadie. Si eres serio y responsable, vienen solos: la mala noticia es que hay que trabajar duro, la buena es que no hay muchos que trabajen.

En cuanto a los del canapé, yo no sé si les engañan o son ellos mismos los que se quieren engañar. Lo que sí que sé es que es triste. Muy triste.

Para emprender hay que tomar riesgos, ya sean estos quedarte sin blanca —mucho más habitual de lo que muchos piensan– o arriesgarte a que te partan la cara por atrevido.

Lo del dinero es casi lo de menos, de eso se recupera uno y no hay mal que por bien no venga. Pero lo que la gente no suele perdonar es que tengas una idea, un sueño o un simple proyecto y que tengas el valor de luchar por ello. Es entonces, y sólo entonces, cuando irán a por ti: si tienes un coche muy grande —más grande que el de tu vecino, quiero decir– aunque no te lo puedas permitir, no sólo te lo perdonan sino que te admiran; si eres falso e hipócrita inclusive con los tuyos, no sólo te lo perdonan sino que te admiran; si además de ser mediocre te vanaglorias de ello, no sólo te lo perdonan sino que te admiran. No se lo puedes achacar a nadie en concreto, pero lo sientes: están esperando a que te pegas el batacazo porque tener una idea, pensar de forma independiente, está mal visto. De nuevo, no es que sea algo insuperable, pero no es divertido.

Para emprender, para ser innovador, hay que ser extremadamente egoísta y, a la vez —algo curioso, por contradictorio—, extremadamente humilde. Egoísta y ambicioso para tomar conciencia de que lo puedes hacer; humilde y sincero para ejecutar el plan. Por motivos que no alcanzo a entender, a la gente no les gustan los cambios y activa un mecanismo de autodefensa. Llámalo como quieras, pero creo que eso lo que sucede.

Si me hubiese frenado con el primer no recibido, no habría hecho nada. Absolutamente nada. No deja de ser curioso contemplar ese proceso psicológico en el cual los mismos que te decían que no irías a ningún lado acaban alabando tu tenacidad y buen tino. No es que lo hagan adrede o con mala intención, simplemente es que no lo ven. No es mejor ni peor, a ti se te escaparán otras muchas cosas, pero ellos no suelen tener la visión que tú sí tienes sobre un hecho concreto. Si uno lo piensa, es bastante simple.

Pero es que, además, emprender es fracasar. Una y otra vez. Y esto sí que, definitivamente, no tiene nada de divertido. Dicen que el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso uno solo. Por lo general, si eres lo suficientemente pringa’o –con un par de principios morales que tengas, lo eres— tú serás el fracasado. Sí, no mires a los lados: serás tú. Siempre pasa.

Cuando digo que no es divertido no es por las hostias que te pega la vida, no: al fin y al cabo, a eso le acabas pillando el gustillo y hasta pones la cara en la próxima ocasión. Pero lo que personalmente a mí más me afecta son las decepciones personales por miedo y por maldad. No las entiendo. A veces pienso que la inmensa mayoría de la gente es mala por miedo: presiones para no hacer cosas, pequeñas zancadillas de gente en la que tenías confianza, luchas de egos por asuntos nimios y gente que sucumbe al miedo… convirtiéndose en peor persona. Cuando uno intenta hacer cosas nuevas, innovar —sea lo que sea eso– este tipo de situaciones están a la orden del día. Y no, no son divertidas.

Creo que es por eso por lo que me tomo las cosas tan en serio, siendo duro con los que considero irresponsables y no toman con el suficiente respeto, de forma consciente o inconsciente, a los que de verdad lo están intentando.

The International Symposium on Media Innovations

Lucy Küng, prestigiosa profesora especializada en Media Management, ha organizado un simposio que tendrá lugar en abril de 2012, en Oslo. Versará sobre innovación en los medios de comunicación y, la verdad, suena muy interesante. Como digo, tiene cierto prestigio a nivel europeo. El pequeño encuentro tratará asuntos como el cambio tecnológico actual, el consecuente cambio en las formas de consumo por parte del público y, en general, el cambio tan profundo que está sufriendo el megasector de la comunicación.

Además, si estás interesado, se pueden enviar papers hasta el 1 de noviembre. Las líneas matrices del evento son:

  • New media services
  • New players in the media landscape
  • New roles of users
  • New practices by existing media organizations

Más información en: http://www.mediainnovations.no/ o symposium@mediainnovations.no.

 

 

De emprendedores, charlatanes y embaucadores

Las dietas de moda son populares porque prometen asombrosos resultados con un mínimo esfuerzo. Muchas personas quieren perder peso, pero no desean pagar el precio de ingerir menos calorías y hacer ejercicio de una manera más habitual. Estas personas son convencidas demasiado deprisa por las tranquilizadoras palabras de otras que se proclaman expertas y que venden un producto milagroso. Quieren creer que esta nueva dieta fácil de seguir dará realmente resultados.

La economía del emprendimiento también es popular, más o menos por la misma razón. En este sentido, todo el mundo puede adoptar el título de emprendedor y afirmar que ha descubierto una fácil solución para resolver los problemas, por pequeños que éstos sean, no sólo de la economía, sino de la sociedad. Además, estas modas suelen tentar a los políticos, que están deseosos de encontrar una solución fácil y nueva para resolver los problemas difíciles y persistentes. Algunas modas proceden de charlatanes que utilizan locas teorías para acaparar la atención del público y promover sus propios intereses. Otras proceden de embaucadores que creen que sus teorías son realmente ciertas.

Ser emprendedor es algo muy serio y no creo que de la noche a la mañana los emprendedores crezcan como setas. Hay ganas, sí, pero no emprende con éxito el que quiere sino el que realmente puede porque consigue unas condiciones que le permiten tomar decisiones y correr riesgos que en otro entorno no podría tomar. Aún así, la tasa de fracasos, por desgracia, es altísima como para tomar decisiones de forma liviana. Y más en España. Si quieres, puedes; seguro que sí, pero con sangre, sudor y lágrimas. Emprender consiste en darse ostias y levantarte; es una actitud vital, una forma de interpretar la vida, un modo de afrontar la realidad y una manera que tenemos de entender lo que nos rodea. Un emprendedor se  perfecciona, sí, pero a partir de la formación y a partir de la experiencia, y no a base de canapés en el último evento de turno o escribiendo un tweet o post alabando a otro pseudoemprendedor. Eso ya lo hemos probado y no funciona. Me preocupa, por un lado, que muchos, perdidos o simplemente necesitados de consejo, se fíen de los que proclaman que emprender es un camino de rosas y no sigan los pasos adecuados para realmente emprender y, por el otro, me preocupa que, como dije, charlatanes y embaucadores lideren un cambio que deje las cosas peor de lo que están para luego salir corriendo hacia la próxima promesa social. Porque todos sabemos que las burbujas y las modas, cíclicas, se dan tanto en los tulipanes y viviendas como en las formas de afrontar la vida, ¿verdad?

Me viene a la cabeza el famoso vídeo de Steve Jobs en el cual relata cómo consiguió casarse con la mujer que quería y formar una familia además de fundar una de las empresas que, a día de hoy, presenta una cotización bursátil de las más altas de las bolsas norteamericanas, vende productos que conjugan calidad y fantasía y posee un grupo de clientes incondicional. Junto a él, me viene a la cabeza la palabra perseverar. Creo que para ser emprendedor, como para muchas otras cosas en la vida, hay que pagar peaje, ¿cuántos están dispuestos a pagarlo? Una cosa es decir que sí y otra es pagarlo cuando se llega a la taquilla. Una vez me dijeron que, si realmente quería algo, debía darme veinticinco años. Si a los veinticinco años no lo conseguía, debería continuar intentándolo, ¿están todos los que se proclaman como emprendedores dispuestos a pagar ese peaje? Creo saber la respuesta y de ahí mis preocupaciones anteriores.

Las personas que siguen una dieta de moda ponen en peligro su salud, pero raras veces la pérdida de peso que desean. Asimismo, cuando se recurre a los consejos de charlatanes y embaucadores, raras veces se consiguen los resultados deseables que preveían. La sociedad española necesita de una buena dosis de actividad emprendedora, es verdad, y se deben tomar las medidas adecuadas para, pensando en términos marginales, que se lleve a cabo. Pero no toda vale.

En el caso de la nutrición, los expertos se pusieron de acuerdo hace muchos años sobre los elementos básicos de la pérdida de peso: ejercicio y una dieta equilibrada de grasas. En el ámbito de la empresa, según Schumpeter, el emprendedor es aquel que tiene la capacidad de transformar innovaciones, desde un invento a un producto practico, lo que obviamente implica un alto riesgo económico. El fundamento de todo esto se encuentra en el trabajo. La innovación por la innovación no sirve para nada, pues necesita de una aplicación que haga la vida más fácil. En todo ello, el networking, Internet y otras muchas actividades no son más que complementarias, tentáculos que permiten una mayor proyección a ese trabajo. A veces pienso que se está haciendo más hincapié en lo segundo que en lo primero. Y me preocupa.