#Salvados, Évole, Twitter y las audiencias

salvados

Pillé el #Salvados de ayer a medias. También he criticado a Évole y al propio programa mucho, por llegar a ser, en momentos puntuales, demasiado populista.

En mi último trabajo, cuando comencé a hablar de televisión social y de la influencia de los programas en redes sociales como elemento monetizable, algunos se rieron. Y no hace tantos meses. No se río cualquier, si no algún que otro subdirector con años de experiencia. En una de las consultoras de audiencias más importantes del país.

Siempre he dicho que, en toda fiebre del Oro, el que se hace rico no es el que busca oro, sino el que vende palas. Hoy nos levantamos con un 19,8% de cuota de pantalla del primer programa de la octava temporada de @Salvadostv.

Lo curioso es que este programa tuvo una media de 5,2% en su primera temporada y un 6,1% en la cuarta. A partir de la quinta temporada —de sus últimos capítulos–, ya usando cierta estrategia en redes sociales, comenzó su ascenso en las audiencias. Estoy seguro que al termino de la actual temporada, triplica los datos de la primera.

¿Alguien me puede decir, por favor, cuántos ingresos supone –y su importancia en el contexto actual— cada punto de share?

Si queréis echarle un ojo a la evolución de forma más detalle, no hay que estudiar un máster. Sólo consultar esta página.

Ah, y tener ojo. Twitter no es lo único que se puede medir. Quien controle todos esos datos, tendrá una importante ventaja competitiva en el mundo de la televisión. Pero, claro, tontos hay en todos los sitios.

Sobre redes sociales y sensatez

Acabo de encontrar una opinión que, al fin, me parece sensata. Es la de Manuel de Lorenzo y habla sobre la ya pasada polémica entre Jordi Évole, las eléctricas y esos que, en un alarde de incoherencia, querían defender la emisión del programa a capa y espada. Antes de que se me vaya la cabeza, aquí el enlace.

Creo que, a veces, lo de las redes sociales se nos va de las manos… Me encanta el uso que Jordi Évole hace de ellas a la hora de gestionar su programa. Es lo que se llama #socialTV y, bueno, es un referente y muchas de sus declaraciones han servido para consolidar el fenómeno, no me cabe duda. Ahora bien, como casi siempre, lo que no me gusta es el rebaño que lleva incorporado. Ese que no piensa y no pensará en su vida, pero está dispuesto a lo que sea por defender sus –*cambiantes*— ideas. Me cansa y lo detesto. Leer la petición en change.org que se creó para frenar la cancelación del programa me daba vergüenza ajena. Sobre todo sabiendo del poder de las redes sociales en y para usos, digamos, más convenientes. La cosa es que… recibió más de 100.000 firmas. Algo que, para mí, refleja mucho el nivel que hay. Ejem, ejem.

Salvados es un gran programa, no lo dudo, y Jordi Évole, un gran profesional. Pero el programa, que no me suelo perder, peca de poco objetivo un domingo sí y otro… también. Y veo que esa tendencia se va acentuando con cada emisión. Se necesita que alguien denuncie los atropellos que se han producido en los últimos años en España y también que se traten temas polémicos que pocos suelen tratar. Pero con objetividad. Si no, se convertirá en una caricatura y acabaremos perdiendo todos.

Veo cierta relación –puede que sea muy retorcido— entre ese populismo y la reacción de la gente que sigue el programa. Y no me gusta.