Lo que la Analítica Digital significa para mí

La analítica digital hace mucho tiempo que me llama la atención. Por diversos motivos. Pero, sobre todo, reúne dos condiciones que me vuelven loco en cada una de las actividades que realizo: ayuda a entender un poquito mejor el comportamiento humano —fascinante en Internet– y estar muy pero que muy pegada al negocio.

Es por eso que entiendo Google Analytics —y Omniture, y Comscore, …— como una simple herramienta: no me fascina el manejo del software por el software, sino todo lo que se puede hacer con la información y el conocimiento que ofrece.

Tengo asumido que nunca voy a ser el mejor implantando código ni elaborando gráficas en Excel. De hecho, y esto no es bueno, a veces lo desprecio. Mejoraré en el uso de las herramientas, pero a mí lo que me gusta es pensar y hacer cosas. Y no todo el mundo lo hace. Entender cómo funcionan las cosas para cambiarlas a mejor. Se necesita conocimiento y manejo de herramientas, pero también bastante más que eso.

Sé que la analítica ayuda a mejorar la eficiencia de las estrategias, a reducir el riesgo y a incrementar de forma sistemática el beneficio. Ahí estaré yo. Pero no sólo el beneficio económico, que ya os veo. Y si es en el mundo de los medios, mucho mejor. Lo tengo claro.

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Es por eso que pienso que hay diferentes fases y éstas se asemejan mucho a lo que el gráfico de Mind Your Analytics propone. Si la analítica se queda colgada en el análisis básico o en el simple tratamiento de marketing, no valdrá de mucho.

Bajo mi punto de vista, cuando la analítica comienza a tener peso e importancia es cuando se entiende como estrategia empresarial, una estrategia basada en datos, muchos y provenientes de varios lugares, que hace mucho más ricas e interesantes las formas de hacer de una empresa. Pero, más allá, el verdadero interés es, como decía al principio, estar muy pegado al negocio: es donde se pueden conseguir más y mejores frutos. No es fácil, pero habrá que intentarlo, ¿no?

Como decía Xavier Colomés no hace mucho: analítica digital, a día de hoy, significa cambio. También para mí.

 

 

 

Lecturas: ‘Hacia un nuevo sistema mundial de comunicación: las industrias culturales en la era digital’

Tras el descanso navideño, continúo con mi labor en el blog. Esta vez recomendando un libro de esos que, aún teniendo varios años, por su actual vigencia bien podría haber sido escrito antes de ayer.

Son muchas las preguntas y, a menudo, demasiadas las respuestas en torno a todo lo que tiene que ver con el cambio digital y, entre tanto, no se aprecia el verdadero valor de ‘Hacia un nuevo sistema mundial de comunicación: las industrias culturales en la era digital’, quizá el estudio multidisciplinar más exhaustivo sobre la influencia de las nuevas tecnologías en los modelos culturales. En total, son diez investigadores que, desde disciplinas dispares pero multidisciplinares, desgranan los principales riesgos y problemas a los que se enfrentan el libro (Gómez Escalonilla), la música (Buquet), el cine (Álvarez Monzoncillo), la prensa (Albornoz), la radio (Franquet), la televisión (Bustamante) y el videojuego (Moreno). También se dedica un capítulo a la convergencia entre grupos de comunicación (De Miguel) y otro a las políticas culturales regionales en Europa (Zallo).

Además, aspecto de gran actualidad en estos últimos meses pese a que el libro fue editado en 2003, Celeste Gay incluye un capítulo, ‘El derecho de la propiedad intelectual: por un nuevo equilibrio entre creadores e interés general’, que vendría bien que muchos repasaran antes de pronunciarse.

La disciplina de la economía política, algo que me encanta, es el hilo conductor del libro y se deja apreciar en todos y cada uno de los artículos. Sin duda, enriquece el debate sobre las industrias culturales teorizando pero a la par ofreciendo datos empíricos, haciendo especial hincapié en el caso español.

Este trabajo, coordinado por Enrique Bustamante, es muy necesario para conocer lo que está pasando y para mostrar el camino sobre lo que se debe hacer en el futuro. No hay nada nuevo, salvo lo olvidado. Lo digital, rompedor y revolucionario en muchos aspectos, no lo será en éste.