Acabo de encontrar una opinión que, al fin, me parece sensata. Es la de Manuel de Lorenzo y habla sobre la ya pasada polémica entre Jordi Évole, las eléctricas y esos que, en un alarde de incoherencia, querían defender la emisión del programa a capa y espada. Antes de que se me vaya la cabeza, aquí el enlace.
Creo que, a veces, lo de las redes sociales se nos va de las manos… Me encanta el uso que Jordi Évole hace de ellas a la hora de gestionar su programa. Es lo que se llama #socialTV y, bueno, es un referente y muchas de sus declaraciones han servido para consolidar el fenómeno, no me cabe duda. Ahora bien, como casi siempre, lo que no me gusta es el rebaño que lleva incorporado. Ese que no piensa y no pensará en su vida, pero está dispuesto a lo que sea por defender sus –*cambiantes*— ideas. Me cansa y lo detesto. Leer la petición en change.org que se creó para frenar la cancelación del programa me daba vergüenza ajena. Sobre todo sabiendo del poder de las redes sociales en y para usos, digamos, más convenientes. La cosa es que… recibió más de 100.000 firmas. Algo que, para mí, refleja mucho el nivel que hay. Ejem, ejem.
Salvados es un gran programa, no lo dudo, y Jordi Évole, un gran profesional. Pero el programa, que no me suelo perder, peca de poco objetivo un domingo sí y otro… también. Y veo que esa tendencia se va acentuando con cada emisión. Se necesita que alguien denuncie los atropellos que se han producido en los últimos años en España y también que se traten temas polémicos que pocos suelen tratar. Pero con objetividad. Si no, se convertirá en una caricatura y acabaremos perdiendo todos.
Veo cierta relación –puede que sea muy retorcido— entre ese populismo y la reacción de la gente que sigue el programa. Y no me gusta.