K-Pop en @noticias_cuatro

Mucho se habla de la necesaria internacionalización de los productos culturales españoles. Que lo español es bueno, pero que no sabemos venderlo. Que tenemos que ajustar la oferta a contenidos universales, entendibles en el resto del mundo. Que no es que sea algo coyuntural, sino que debe ser algo estructural. Zarandajas.

Mientras tanto, no miramos a quién deberíamos mirar. Los surcoreanos saben hacerlo: desde esta pequeña pieza en un noticiario hasta la estrategia de su Ministerio de Cultura, Deporte y Turismo. Da igual que te guste el K-Pop o te gusten los K-Dramas, se trata de utilizar las redes sociales, donde están hablando de ti, para llevar a cabo políticas culturales estratégicas, que alimenten y permitan crecer a un sector. Se trata de Economía, Política y Cultura, de industrias culturales.

No es casualidad que en primavera del año pasado se haya inaugurado el Centro Cultural Coreano —donde, por cierto, estudio el idioma— en Madrid y que, poco a poco, su cultura se vaya colando en el informativo de una cadena nacional, aunque sea un minuto y medio. Alguien, en algún lugar de Seúl, debió dar órdenes para que se permitiera cierta estrategia, que permitiera ciertas tácticas de gestión y expansión cultural, que a su vez posibilitaron la promoción de una acción cultural concreta en un informativo nocturno, aunque sea de un viernes por la noche, y que yo, sin vinculación alguna a Corea del Sur, esté escribiendo este post.

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#iredes, mi modesta opinión sobre (algo de) lo tratado

Como ya dije por ahí, poder asistir a #iredes ha sido bastante grato. Hasta el último momento —el pasado domingo—, no pude saber si podría acudir o no y… vuelvo contento a Madrid. No quiere decir que todo fuera perfecto, hay cosas que se podrían mejorar —alguna ponencia mejor dirigida, algún ponente con más continente que contenido, ese maldito WiFi, etc.—, pero la nota final, no cabe duda, es de sobresaliente.

Internet está introduciendo cambios radicales en la manera de comunicar de las personas y de las organizaciones. Ha variado los anteriores esquema lineales y, en su lugar, ha establecido redes complejas en las que tú y yo, seres heterogéneos que “no pueden ser controlados”, interaccionamos –“conversamos”—. Las redes sociales están en el centro de todo ello. Pero, ¿es una moda? Yo creo que no. Quizás cierta burbuja, como la de los mismos idiotas que antes se dedicaban al ladrillo y ahora abren cuentas de Twitter pensando que seguirán ganando dinero fácil. Pero no, no es una moda: han venido para quedarse y hay que tenerlas muy en cuenta. A mí, personalmente, me interesaban, por encima de otras, dos ponencias: ‘De la tele al tuit’ y ‘Rentabilidad y monitorización de las redes sociales’. Soy bastante pragmático y, debo reconocer, iba a eso. Pero, por el camino, claro está, me he encontrado alguna grata sorpresa.

Vayamos por partes para poder dar una mejor visión de mis impresiones.

De la ponencia sobre ‘Las redes sociales y los medios de comunicación’ me quedo con las palabras de dos ponentes —sin menospreciar al resto—: Eduardo Arriagada y Carina Novarese.

Del primero, procedente de Chile, me llamó la atención, por verdadero, que dijera que “la participación es la nueva forma de entretenimiento: la gente participa porque le divierte hacerlo” y “a la gente hay que decirle cómo somos, pues, si no, no se entrega de forma completa”. Cuando digo que son verdades es porque… las vivo cada día. Por un lado, en mi sector, el de la televisión, veo un potencial enorme en esa participación de la gente y, como yo, otra mucha gente lo está viendo (algunos ejemplos, sin ánimo de ser exclusivista están aquí, aquí, aquí, aquí o aquí). Por el otro, en cuanto a la segunda frase, veo a mucha gente que por miedo o por vergüenza, por baja autoestima o por un estúpido sentido del ridículo, no se muestra o, lo que es peor, no se pone en valor: y esto va desde no valor su propio trabajo profesional hasta el hecho de rellenar la bio de Twitter. Cosas que, aunque puedo llegar a comprender, no justifico y mucho menos comparto. Ampliando otra de sus frases podría decir que si uno no está* en las redes sociales —*con todo lo que ello conlleva— y se dedica al sector de la televisión, no tiene ni idea.

En cuanto a las palabras de Carina Novarese, me quedo con su llamada a la sensatez. Según la periodista uruguaya, en el uso de las redes sociales debe primar el sentido común. En lo referido al uso empresarial, marcó una serie de pautas que me parecen interesantes:

—    Objetivos claros y sencillos

—    Todos debemos estar atentos a la conversación.

—    Actitud de constante beta.

De la ponencia ‘De la tele al tuit’ se pueden extraer consejos bastante valiosos para, sobre todo, no meter la pata. El tema fue sacado por el moderador, Carlos Salas, y se pueden resumir en más de lo mismo: sentido común y, sobre todo, “si bebes, no twitees”.

La charla me pareció especialmente interesante por las aportaciones de María Maícas , quien dijo, al contrario que otros ponentes, que la televisión está ganando audiencia gracias a las redes sociales. A mí entender, no descubrió América, es algo bastante obvio que el efecto segunda pantalla ya es algo normal, pero no lo pareció según el pensamiento de otros. Su intervención me alegró de forma especial, porque demuestra que en RTVE.es, ente público, no es que se estén haciendo las cosas bien —lo sé de buena tinta— sino que en aspectos como éste su papel está siendo notorio en el panorama español.

Además, el siempre incombustible Trecet –“si no es por las redes sociales, ya estaría jubilado”— habló de lo que ya comenté en otro post: la inoperancia de muchos gestores. Según el periodista de Marca, en estos momentos existen tres tipos de gestores: los aurigas, los que declaran que están a favor del cambio pero se dedican a proteger lo analógico —“están en puestos de poder, dicen que lo cambiarán todo y no cambian nada”—; personas que dicen las verdades en círculos reducidos sobre el cambio que se está produciendo, que se ponen a ello y que,  tarde o temprano, salen de esas organizaciones; y personas en organizaciones con poder “con experiencias en el móvil desde hace poco”.

En esta charla, también se trataron los casos de Salvados y La Noria, algo que me alegró especialmente puesto que ya los tenía preparados para las clases en el curso de experto en Gabinetes de Comunicación.

En cuanto a la charla sobre “Rentabilidad y monitorización de las redes sociales”, me quedo con las posibilidades de medición de todas esas conversaciones sobre televisión que se generan en las redes sociales. La charla estuvo bien moderada por Adrián Segovia, que se mostró bastante crítico y disconforme con el uso restrictivo de las redes sociales como herramienta de promoción de marca y que intentó hacer ver que se necesita cierta rentabilidad económica en el Social Media. En ese punto, estoy totalmente de acuerdo. Tal y como tuve oportunidad de explicarle luego, se necesita de una visión estratégica que vaya más allá: yo no veo el nuevo sistema como «sustituto» del
 modelo tradicional sino que, más bien, sigo creyendo en la
»centralidad» del televisor como ariete que abre puertas y en las cadenas como marcas de contenido.

No obstante, la integración del
 entorno digital, del buzz que generan los programas de televisión
—desde informativos a entretenimiento, pasando por deportes— en redes 
sociales y plataformas on, me parece interesantísima. Ya no en cuanto
 al desarrollo de sistemas de medición per se —que también y ya se está trabajando en ello–, sino a la 
cantidad de información que aporta a la hora de tomar decisiones de valor a cadenas y productoras a la hora de afrontar proyectos televisivos. Ahí hay mucho trabajo por hacer y, francamente, el nivel de los gestores de la televisión deja mucho que desear.

La medición de audiencias, con posibles modificaciones, seguirá
 vigente —lo tengo claro— pero sí que hay que integrar todas esas
 conversaciones que lo rodean. Ese es mi objetivo. Sé que ya se pueden
 medir, pero lo quiero hacer es que se mida de forma eficiente —en costes,
 pero también en inmediatez de respuesta– y que ofrezca un retorno, tanto económico como de posibilidad de decisión y de marca. En la charla se trató el 
tema marca, que es bueno y obvio, pero quiero saber más sobre el
 primero, teniendo en cuenta desde un primer momento de que esos
 retornos económicos van a ser menores que con anterioridad. En mi
 opinión, todo esto no está explotado de la forma que debería y… yo 
quiero estar ahí.

¿Sabes qué es el Hallyu?

La Ola Coreana —conocida como Hallyu (Hangul: 한류)— hace referencia a la creciente expansión y popularidad de la cultura de Corea del Sur por todo el mundo, gracias en parte a la generación net[1]. Como Junhao Hong señala, la ola oreana tuvo su punto de partida en el éxito del drama televisivo What Is Love All About? (MBC, 1992). Dicho drama fue emitido por la televisión nacional china –CCTV— en 1997 y, contra todo pronostico, resultó ser un gran e inesperado éxito (Hong, 2010: 324). No está de más decir que What is Love All About? Fue el primer drama coreano que se emitía en la televisión china. Hong Qingbo, editor de la revista Dangdai, recuerda cómo fue el recibimiento a la serie por parte de la audiencia china en 1997:

“The Korean TV series What is Love had been a huge success in China. The Chinese audience had mostly watched TV soaps from Europe, America, Hong Kong, and Taiwan. After What is Love, the Chinese audience fell for Korean dramas as if they had discovered a whole new world. In 1998, Chinese teenagers colored their hair after the Korean idol grupo H.O.T. In 1999, a shopping center selling Korean products opened in downtown Beijing. By 2003, Hyunday Motor Beijing was turning out cars and soon becoming as big as American and European brands in China”.

“Tenth Year of Hallyu”, Hankyoreh, 26 de Noviembre, 2007

Sin embargo, el término Hallyu no fue acuñado hasta 1999, cuando varios periodistas chinos, sorprendidos por el rápido auge de los productos culturales surcoreanos en su país, comenzaron a denominar de ese modo a la exitosa exportación de películas, dramas televisivos y música proveniente de Corea del Sur. Entre ellos, destaca A Wish Upon a Star (MBS, 1997) que, tras ser emitido en Hong Kong, convirtió en auténticas estrellas mediáticas a sus actores y, a la postre, permitió la entrada de grupos musicales coreanos en los mercados chinos, hongkoneses y taiwaneses.

Dicha exportación exitosa no se limitó a los mercados chinoparlantes sino que también comenzó a tener auge en otros grandes mercados asiáticos. Pero eso lo dejaré para otro día…


[1] Siguiendo a Ferreiro (Ferreiro, 2006), se entiende por generación net a aquella nacida bajo los albores de la revolución digital y que se caracteriza, entre otros aspectos, por el uso desmedido de la tecnología en un mundo cada vez más globalizado, poseyendo una asombrosa capacidad de adaptación en toda actividad que implica el empleo de las TICs y, en particular, del ordenador e Internet.