¿Qué buscas, Bezos?

Han pasado ya unas semanas y, después de haber leído opinión tras opinión, vuelvo a darle una vuelta a los motivos que han hecho que Jeff Bezos, el fundador de Amazon, adquiera el Washington Post. Reconozco que he leído bastante en el último mes, aunque también tengo que decir que no todas las lecturas se merecían que las leyera… Aquí y aquí lo que más me gustó, por serio y profesional.

Encuentro, principalmente, tres motivos por los que Bezos se ha decidido a adquirir uno de los periódicos más importantes de Estados Unidos. Los expongo aquí:

Por visión de negocio

Puede que Jezz Bezos, al que le sobra la pasta, tenga una idea de negocio que revolucione el sector o, al menos, le ofrezca una bocanada de aire fresco en modo de modelo de negocio. Puede ser.

Incluso puede ser que un tipo como él busque ser motor de cambio, de forma consciente, en los múltiples sectores en los que su dinero le permite participar, entre los que se encontraría la prensa. Hay que recordar que el precio de venta del Washington Post ha sido ridículo (2.800 millones de dólares)  si tenemos en cuenta la gran cantidad de capital de la que dispone el propio Bezos —Bezos, la persona; no Amazon, su empresa más conocida. Llegué a leer que en las cuentas bancarias del nuevo Jobs —si tenemos en cuenta la reacción del personal— recibe el doble de esa cantidad… a la semana.

A día de hoy, todavía no se sabe si Bezos tiene estrategia o no la tiene, lo que sí se sabe es que va a ser paciente y va a probar y probar. En este sentido, si este fuera uno de los motivos que le ha llevado a comprar uno de los periódicos más influyentes de Estados Unidos, lo que ha buscado es el adquirir el desafío de redefinir el concepto de periódico. Si se tiene en cuenta su personalidad y las diferentes inversiones que ha realizado con anterioridad, esta hipótesis podría encajar.

A su favor juega que es un empresario de Internet, con todo lo que eso conlleva desde un punto de vista tecnológico: no forma parte de la vieja legión de directivos de medios sino que sabe hacer funcionar empresas en la que cliente online —sí, cliente, no lector— y algoritmo se lleven bien. Y esto enlaza con la segunda posibilidad.

Por complementariedad con su negocio principal, Amazon

Puede que en la mente de Jezz Bezos el sector de la prensa encaje a la perfección con sus planes de expansión en Amazon y, en concreto, con la explotación comercial de su tableta Kindle. Puede que la compra del Washington Post sea sólo un movimiento que, lejos de ‘salvar’ al sector, busque, lenta pero decididamente, ampliar los horizontes de venta de Amazon.

Dudo mucho que Bezos no vea ninguna conexión entre su actual negocio… y el sector de la prensa. Y dudo mucho que, si la ve, no intente aprovecharla.

Por Poder

Puede que Jezz Bezos ambicione tener más poder. Por interés personal o profesional, pero que busque tener más poder. En eso, la prensa, por mucho que pese a alguno, no está en crisis: con o sin Twitter, la agenda mediática sigue siendo marcada por los grandes diarios.

Y el Washington Post, no lo olvidemos, sigue teniendo influencia. Es el diario de la capital y, por tanto, del centro político de los Estados Unidos.

La compra del Post podría hacer que, para Bezos, se abran las puertas del stablishment, donde los empresarios digitales, más si son de la Costa Oeste, no abundan.

Si es esto lo que busca, también supondría el acercamiento de los grupos de poder norteamericanos a la economía digital. El salvavidas aquí sería no para la prensa, sino para la economía y para la política de los Estados Unidos. Y esto, a mí, modestamente, me parece mucho más importante, aunque supongo no mirarse el ombligo (periodístico).

Sobre qué busca Bezos todo son hipótesis. Veremos…

De nuevo, Corea. De nuevo, Hallyu

Ayer domingo, en el dominical de El País, ofrecieron un amplio reportaje sobre el Hallyu, el movimiento cultural. El artículo, gustándome mucho, no dijo nada que cualquiera que sepa qué es la Ola Coreana pero, coincidiendo con el golpetazo que nos hemos pegado con la no concesión de los Juegos Olímpicos, me hizo reflexionar sobre la Marca Corea y la Marca España. Aunque no lo parezca, todo está muy relacionado con el Hallyu.

Hace menos de veinte años, Corea era considerada como un pequeño país del Extremo Oriente sin que la caracterizara nada en especial. Si acaso, algunas antigüedades culturales como la cerámica de celadón de Goryeo, las impresiones hechas en metal, el kimchi y el sistema de escritura conocido como hangeul era lo que representaba al país. En esa época, los coreanos tenían en alta estima los estándares y criterios sentados por países avanzados, y envidiaban el éxito obtenido por ellos

Hoy en día, hay agencias estatales que promocionan el K-pop o los K-dramas con el mismo ímpetu con el cual se promocionó el deporte en España tras las Olimpiadas de Barcelona o se ha intentado hacer ahora con las Olimpiadas de Madrid. La diferencia es que los coreanos saben hacerlo muy, muy bien. Mejor, diría yo, que lo que se hizo con Barcelona y, obviamente, mucho mejor de lo que se ha hecho con Madrid.

Entre otros, el Ministerio de Cultura, Deportes y Turismo (MCST, por sus siglas en inglés), la Organización de Turismo de Corea (KTO), la Agencia para la Promoción del Comercio y la Inversión de Corea (KOTRA) y la Asociación de Comercio Internacional de Corea (KITA) destinan una parte de sus presupuestos a programas y promociones para impulsar la imagen nacional en ámbitos diversos, desde el K-pop hasta la cocina coreana.

Los coreanos han visto la necesidad de venderse en el Exterior, han aprendido a hacerlo y ponen todos los mecanismos públicos –y varias empresas privadas como arietes- para que su cultura ‘colonice’ de forma blanda, como se dice en el artículo, primero Asia y luego el resto del mundo. Y, claro, de paso, se venden productos coreanos en todos los mercados, especialmente en tecnología y… cosméticos.

En España, lejos de bobadas vacías de contenido como la Marca España, se necesita una verdadera estrategia de política exterior que nos sitúe de forma óptima donde suceden las cosas. El sector de las series de ficción española, por ejemplo, sería un buen sector para empezar, ¿dónde está el apoyo público? No tenemos nada que perder y sí mucho que ganar.