Son apenas las nueve de la mañana y, justo tras abrir Twitter, descubrí este maravilloso artículo de Félix de Azúa de 2002. Y cómo me ha recordado a estos días que estamos pasando en la playa. Nos lo llegan a decir en abril, Rocío, y no nos lo creemos.
Ese «¡mamá, mírame!» a la vez tan inocente y machacón no deja de salir de tu boca. Da igual que sea mamá, papá o abuelo. Pero, en el fondo, nos encanta.