En los últimos días, he recibido comentarios críticos sobre proyectos que llevo a cabo, sobre proyectos que quiero llevar a cabo y sobre proyectos que personas cercanas a mía llevan a cabo o quieren llevar a cabo.
A mí personalmente no es que me importen muchos las críticas/alabanzas. O, mejor dicho, no es que no me importe lo que la gente opine de mí o de lo que hago, es que no doy la misma importancia a todas las opiniones. Algunas opiniones me interesan más, otras menos. Simple.
Sin embargo, sí que veo que a gente de mi alrededor, quizá con un carácter diferente al mío, le afectan comentarios que minusvaloran la ilusión con la que se inician proyectos colaborativos. Es fácil despreciar algo a la ligera, sin estar atento al valor de las ideas o de la fuerza de la colaboración. Te pueden tachar de ganso, siendo el ganso —de otro tipo, claro está— el que aporta el comentario. Y para llevar a cabo proyectos, casi todos en la vida, se necesita la ilusión y la fuerza de varios.
El 90 por ciento de los logros son actitud: se necesita mucha confianza en uno mismo para iniciar cualquier cosa. Y sin esa actitud e ilusión, uno está jodido. Si no se tiene, lo que podía haber salido bien, saldrá mal. Pero no es porque la idea no valga, es porque no te has esforzado lo suficiente. Porque no has colaborado lo suficiente. Porque te has rendido ante la opinión de terceros, cuando éstos ni siquiera ven lo que tienen delante.
Al hilo de todo esto, me he acordado de una campaña —o spot, no lo recuerdo bien– de una empresa publicitaria —creo que Saatchi & Saatchi—, que es toda una lección de cómo se gestionan equipos y proyectos. La idea se presentaba en vídeo y, junto a imágenes de gansos, ofrecían varias citas o textos. Seguro que está colgado por alguna parte.
Para unos y para otros, aquí dejo los mensajes:
Aprendamos de los gansos.
Cada vez que un ganso aletea, genera un impulso para los que le siguen.
Volando en formación de V, la bandada aumenta en un 71 por ciento la distancia recorrida.
Lección: aquellos que saben trabajar en equipo alcanzan sus objetivos más fácilmente, porque viajan confiando unos en otros.
Cuando un ganso abandona la formación, enseguida siente la resistencia del aire al volar solo y rápidamente vuelve a su posición para aprovechar el impulso de los compañeros que tiene delante.
Lección: si aplicamos el mismo sentido común de los gansos, seguiremos en formación para conseguir llegar donde queremos. Debemos estar dispuestos a dar y recibir ayuda.
Cuando el ganso líder se cansa, se pone en la cola y es relevado inmediatamente por otro.
Lección: siempre es beneficioso turnarse en los trabajos duros. Debemos respetar y proteger la capacidad y el talento individuales para potenciar los recursos del grupo.
Los gansos, volando en formación, graznan para animar a los demás a mantener el ritmo.
Lección: debemos asegurarnos que nuestra comunicación motiva. Si el grupo está motivado, siempre producirá más.
Cuando un ganso enferma, dos gansos salen de la formación y le acompañan a tierra para ayudarlo y protegerlo.
Lección: si aplicamos el mismo sentido común que los gansos, permaneceremos unos junto a otros, en los buenos y en los malos momentos.
Haz el ganso. Haz el ganso. Haz el ganso.
Para los gansos, los que vuelan y los que no. Esto último lo aporto yo.