Perspectiva, visión y opciones

Últimamente noto cierto desánimo entre las personas que me rodean. Sin ser una muestra especialmente objetiva, la gran mayoría de contactos de Facebook parece que sólo saber quejarse. Y me toca los cojones.

Sin duda, dicho malestar es provocado por la actual situación económica y laboral que, siendo jóvenes como somos, nos afecta especialmente. En este sentido, tienen todo el derecho a quejarse —aunque yo prefiero apretar bien los dientes—. Sin embargo, y dejando este grave problema a un lado, también contemplo lamentos cuando, en mi opinión, lo que tienen que hacer —yo lo hago, lo intento constantemente— es sólo caminar. Caminar apretando bien los dientes. Si no quieres hacer algo que estás haciendo, busca una solución para no tener que hacerlo. Con rabia y con dirección. Esto último es importantísimo. En mi tiempo en Estados Unidos, pasaba muy a menudo por una gran lona donde había escritas muchas citas, de esas que personalmente me encantan. A bote pronto, de una de ellas se desprendía: ningún esfuerzo sin objetivo.

Casualmente, mientras pensaba todo esto encontré varios vídeos de Nick Vujicic. Aunque ya lo conocía, al volver a visualizar los vídeos, mi mente asoció las dos situaciones. Mas allá de que este chaval no tenga ni manos ni pies —pura anécdota— deja tres ‘perlitas’ que no deberíamos olvidar.

La primera de ellas es la perspectiva. Tengo 27 años recién cumplidos. A mis ojos, soy todo un yogurín. Pues bien, casi todos los días escucho algún comentario sobre cómo hago ciertas cosas a mi edad. Increíble, pero cierto. Incluso de gente ¡de mi edad! La gente sólo ve las cosas del día a día y no lo que tú tienes en la mente a largo plazo. Y eso que me va cojonudamente —y relativamente— bien. Para llegar a cumplir tus objetivos, debes hacer muchas cosas que, a primera vista, son incomprensibles para los demás. De hecho, creo que muchas personas no mirarán nunca a largo plazo. Cuando estaba en el instituto, ya tenía compañeros que se iban a forrar sin estudiar o trabajar. Y a esa edad, ¡cualquier comentario influye! No hace falta decir quien, mediante la constancia, va metiendo más goles. Cuando quiero hacer algo de calado en mi vida, siempre me pregunto, ¿cuánto supone esto en el total de mi vida? ¿Me acordaré si hice esto o lo otro a la edad adecuada dentro de veinticinco años? Como no tengo pensado morirme nunca —siempre se mueren los otros—, el resultado es que pruebo a equivocarme: siempre hay tiempo para corregir errores. Steve Jobs llama conectar puntos a eso de hacer cosas en el corto plazo que sólo adquieren todo su sentido en el largo. Se necesita perspectiva de dónde estamos y qué somos en la vida. Una vez la tengas, dale valor.

Sin embargo, mucha gente, simplemente por miedo al que dirán, o simplemente por miedo a secas, no lo intenta. Una pena. Creo que no tienen la suficiente perspectiva sobre su propia vida para sentirse más ‘libres’. Poco a poco, al no atreverse, en mi opinión, se hacen hasta ‘peores personas’. Me irá mejor o peor, pero nunca me pasará eso. Mucho de lo que somos y vivimos, y del éxito que tengamos, depende de nuestra mente, de la manera cómo vemos nuestra vida. Mira tu propia vida sin importarte que piensan los demás. No es que no te importen éstos pero, con el paso del tiempo, conectando puntos, ya se darán cuenta y comenzarán a respetarte.

La segunda ‘perlita’ tiene que ver con la visión, que en mi opinión acota a la perspectiva. Si bien en el párrafo anterior digo que se intente, siempre hay que pensar cómo poder llegar a la situación que queremos. Nuestros sueños son sueños, pero muchos de ellos se pueden llegar a conseguir con esfuerzo, paciencia y constancia. Se debe dejar de mirar las oportunidades perdidas o no aprovechadas y concentrarse en el futuro. Tener un plan es importante. Si no sabes dónde cojones quieres ir, mal asunto. Párate a pensarlo todo el tiempo que haga falta, no hagas nada que no quieras hacer, pero, cuando lo tengas, no te pongas límites. Los únicos límites que deberías tener en tu vida son los límites que te empujan a mejorar en aquello que hayas decidido hacer. Si antes decía que me va bien no es porque sea más listo que la media —soy más tonto, creedme—, pero sí es porque nunca paro, nunca me conformo. Y no es ser avaricioso. Es ser ambicioso —que no mala persona—: quiero crecer y hacer crecer. Supongo que tienes cosas malas —como todo—, pero las buenas ganan por goleada.

La tercera cuestión es tener opciones. De esto Javi sabe un montón, será que no le he metido ‘chapas’ en el bar mientras nos tomábamos una caña. Siempre hay que tener un plan A, un plan B y un plan C para llegar donde queremos. La vida es perra y siempre hay sorpresas en el camino. No siempre el camino más sencillo o más corto es el mejor. Si falla uno, que siempre hay que tener otro plan para llegar al mismo puerto. No siempre tenemos garantizado que podamos tomar ese camino. Aquí, basándome en mi propia experiencia, dos consejos —escribo esto y todavía no sé quién soy yo para dar consejos…—: se abren más puertas siendo buena persona y siempre vence el que insiste.

Por último, aquí os dejo los enlaces a los tres vídeos de Vujicic: primero, segundo y tercero.

Entrevista: Susana Alosete, ‘La chica de la tele’

Susana Alosete, productora audiovisual y bloguera de ‘La chica de la tele’, accedió hace algunos días a responder algunas preguntas sobre televisión y ficción televisiva. Por si os interesa, aquí os dejo el resultado. Muchas gracias a ti, Susana.

1-¿Qué impacto ha tenido la revalorización de la pequeña pantalla sobre otros sectores como, por ejemplo, el cine?

Antes de la revalorización que mencionas había una diferencia muy clara entre profesionales del cine y profesionales de la TV, con una clara minusvalorización de la segunda (no sin motivo le llamaban la pequeña pantalla). Hoy en día todo eso ha cambiado y tanto directores como actores o guionistas, no solo no tienen problemas en trabajar en televisión, sino que se enorgullecen de ello y no lo utilizan únicamente como trampolín para llegar al cine. Pese a todo, los actores siguen cayendo en la tentación del celuloide, haciendo incursiones en el medio cada vez que tienen oportunidad o dejando de cualquier manera sus responsabilidades en series y programas cuando ven que su carrera cinematográfica puede despegar (estoy pensando en Katherine Heighl, de Anatomía de Grey).

2-¿Cuáles han sido las claves del éxito de las series norteamericanas de la última década?

Una buena racha de creatividad, unos actores sin complejos y creo que un apogeo del fenómeno fan gracias a las posibilidades que ofrece Internet.

3-¿Es la televisión en Internet –en la Web o en el móvil– el medio del futuro?

Es difícil predecir el futuro porque un invento cualquiera que podemos desconocer en pleno 2011 puede revolucionar todo el sector como ha ocurrido con Internet. Lo que tengo claro es que desaparecerá ese concepto de televisión en internet o televisión en el televisor. Con cada vez más aparatos con conexión directa a la red y la proliferación de media centers en el salón que usa la tele como monitor, las nuevas generaciones no distinguirán lo que viene por el satélite, su conexión a internet o la antena del tejado. El móvil será una extensión más de esta amalgama de acceso al entretenimiento aunque sus reducidas dimensiones nunca lo convertirán en el principal dispositivo para disfrutar de contenidos tradicionalmente televisivos.

4-¿Es producir series de ambición narrativa la mejor manera de competir en materia de contenidos audiovisuales? ¿se complementa con la telerrealidad o, por el contrario, están enfrentadas?

Todos los contenidos televisivos son complementarios, aunque la fragmentación de las audiencias conlleva una especialización de las cadenas para mantener al público cautivo. Así, hay cadenas reconocidas por sus productos de ficción, mientras que otras son conocidas por sus realities o debates rosa. Hace años la diversidad en la parrilla era la mejor manera de lograr audiencias fieles pero ahora, cuanto mayor sea la personalidad de la cadena, más estables serán sus resultados y mayor será su reconocimiento de marca.

5-¿Hasta qué punto es determinante la oferta de ficción televisiva en la rejilla de programación como constructora de imagen de marca de las cadenas de televisión generalistas y temáticas?

Como comentaba en la pregunta anterior, no solo la ficción televisiva construye marca, entendiendo marca como personalidad de los canales. Otra cuestión diferente es el prestigio, que sigue construyéndose a base de buenos productos de ficción y documentales o informativos relevantes, aunque no sean estos productos los que más audiencia arrastren.

6-¿Cuáles son las diferencias en cuanto a promoción entre las series americanas y las series españolas?

Yo no diferenciaría tanto entre uno y otro país, pues las promos de los canales temáticos españoles no tienen nada que envidiar a las de los americanos (no son pocos los premios Promax que tiene la autopromoción española). Sin embargo, los canales generalistas tienden a mostrar simples avances de la historia que se verá en el siguiente episodio o recortes de lo que pasó en la temporada anterior, en lugar de trabajar una historia única y especial para las autopromos. Es una pena porque hay muy buenos profesionales del medio que terminan limitados a pegar planos en lugar de crear piezas de calidad para las que están sobradamente preparados.

7-El famoso lema de HBO reza ‘No es televisión. Es HBO’, ¿es la concepción estética y narrativa la que ha hecho que HBO sea considerado como el referente máximo de la calidad televisiva?¿O ha sido un tipo de gestión determinado el que ha llevado a la compañía a convertirse en un referente dentro y fuera de los EE.UU.? ¿El modelo de negocio condiciona los contenidos?

Claro que el modelo de negocio condiciona los contenidos, lo que es fundamental es saber o querer mantenerse en el camino marcado por el modelo con el que se arranca, sin caer en la tentación de la audiencia fácil o masiva (Cuatro y La Sexta por ejemplo, no tienen nada que ver ahora con lo que fueron en sus primeros meses de emisión).

Los canales de pago norteamericanos parten con una importante ventaja: hay muchos hogares y aún pequeños porcentajes de share o abonados suponen una importante fuente de ingresos. HBO ha sabido invertir en calidad y captar a la audiencia a base de productos originales y que el resto de canales no estaban dispuestos a abordar. Quizá ellos hayan sido los primeros en creer que la televisión era tan importante o más que el cine y que merecía la pena tratar sus producciones con el mismo rigor y respeto, con un mimo que ha dado resultados y que les ha hecho reconocidos en todo el mundo por ese sello de calidad. Sin embargo, creo que empieza a haber otros actores en el mercado que pueden competir, no tanto por la audiencia como por la imagen de marca, con series que en un momento dado no sabes a qué canal pertenecen, como Mad Men o algunas de Showtime.

8-¿Existen grupos empresariales de comunicación europeos que puedan hacer series de ficción como las americanas? ¿Es sólo cuestión de dinero? ¿O se necesita un cambio de mentalidad?

El dinero es muy importante y nuevamente aludo al número de hogares en EE.UU., que permite que las televisiones ejerzan una importante influencia sobre audiencias, que son pequeñas en ‘share’ pero muy grandes en ‘ratings’. Si a esto sumamos que las producciones americanas tienen un mayor recorrido, con más ventanas de explotación y ventas internacionales, los presupuestos con los que se cuenta ayudan mucho.

Creo además que los americanos producen para el mundo, no solo para ellos mismos, con lo que sus series son más fáciles de entender, más susceptibles de identificar a sus personajes con el público que las ve, frente a otros productos españoles, que son demasiado localistas y que tienen difícil futuro fuera de nuestras fronteras. Es importante que no perdamos la identidad y que también nuestras producciones lleven ese sello «Made in Spain» pero a veces eso supone un handicapp, especialmente en una sociedad cada vez más abierta, más global.

Y por último, no debemos olvidar que el entretenimiento es la principal industria de EE.UU. Mientras en España hacemos vino, calzado, aceite de oliva o embutidos de la máxima calidad porque desde pequeños lo vivimos como parte de nuestra identidad, los americanos hacen cine y series de televisión.

9-¿Es impensable que el espectador español esté dispuesto a pagar por disfrutar de contenidos televisivos de cierta factura y ambición artística-comercial de producción puramente española y/o europea? ¿Se puede conseguir sabiendo que dos de cada tres usuarios de HBO no han visto, por ejemplo, ‘Los Sopranos’ y Digital+, la principal plataforma de televisión de pago en España, tiene alrededor de dos millones de abonados?

Los últimos datos dicen que Digital + ha perdido casi medio millón de abonados y anda ahora por 1,600,000.

Por tradición, los contenidos españoles son los que vemos en televisión en abierto a cambio de nuestra atención en cada corte publicitario o una parte de nuestros impuestos (hablar de gratis siempre me ha parecido inadecuado), mientras que la llamada televisión de pago está destinada a productos americanos que de otro modo no veríamos, pues la ficción que triunfa ahora mayoritariamente es la española. No descarto que se trate de un ciclo y próximamente pueda cambiar. De todos modos, si tiene que financiarse solo con las cuotas de los abonados será complicado y nuevamente volvemos al tema del número de habitantes en uno y otro país.

10-En mi opinión, la gestión de productos audiovisuales a nivel profesional será multidisciplinar. Junto a las destrezas referidas al desarrollo de capacidades críticas en lo narrativo y el dominio de los lenguajes propios de cada plataforma –que permiten determinar a priori si un proyecto es viable o no–, ¿piensas que la creatividad en la producción se encuentra en la toma de decisiones?

No, yo creo que la creatividad depende de los factores tradicionales y que es la toma de decisiones la que es capaz de identificar esos procesos creativos que pueden convertirse en un éxito o al menos dar el paso necesario para construir un buen producto.

Es imprescindible que exista un buen productor detrás de cualquier obra audiovisual para «dominar» al equipo, es como una madre con una familia numerosa cargada de buenas intenciones pero a la que debes atar e inspirar a partes iguales para sacar lo mejor de cada uno y de la familia en conjunto.

11-¿Dónde queda el talento y la innovación en las televisiones y productoras españolas?

Últimamente me atrevería a decir que brilla por su ausencia. El conservadurismo y la imitación parecen las pautas a seguir, nadie se atreve a asomar la cabeza y el que lo hace, si no perece en el intento, ve como se reproducen cosas similares alrededor. Y encima se hacen remakes de series míticas o se crean productos inspirados en éxitos americanos.

Lo malo es que al final las productoras y las cadenas, como el resto de empresas, deben sobrevivir y cuando una audiencia no demanda cierto tipo de productos, difícilmente terminarán por aparecer.

12-¿Cómo se puede convertir una serie de televisión en un producto transversal que pueda vivir en los diferentes segmentos de entretenimiento por sí solo?

Creo que los productos transversales son fruto de la necesidad o simple deseo de explotar al máximo una marca, de sacarle todo el jugo posible, aunque al final ese dinero sea es el chocolate del loro, pues el producto televisivo es el que realmente genera ingresos, tiene fuerza y atrae a las masas. Como dices, son franquicias, pero que no son viables sin el producto televisivo.

13-¿Es el guión la materia prima de una serie de televisión?

No necesariamente. Recientemente hablaba con otro crítico de la nueva apuesta de José Luis Moreno para TVE, el remake de Las Chicas de Oro. Como bien decía, con las actrices tan fabulosas que han logrado reunir, era el momento de tirar el guión a la basura y arrancar un proyecto completamente nuevo.

Es solo un ejemplo de por qué el guión solo no basta o unas buenas actrices no son suficientes. El conjunto debe ser armónico e igualmente sólido porque solo algunos de los ingredientes no hacen un buen producto.

14-¿Cuáles son las cualidades que debe tener un productor ejecutivo que se dedique a la ficción televisiva? ¿Cuáles son las cualidades que deberá tener un productor transmedia?

Sinceramente, no lo sé. Creo que es muy difícil predecir qué respuesta tendrá la audiencia ante un producto y vemos constantemente como buenas obras fracasan estrepitosamente y otras claramente mediocres se mantienen en la parrilla mes a mes, año a año. El productor ejecutivo debe identificar muchos factores de riesgo y de éxito y solo la experiencia y una buena cantidad de intuición le permitirán triunfar.

Respecto al productor transmedia, creo que sigue siendo un productor, únicamente debe ser consciente de los cambios que se están produciendo, no temerlos y asumirlos como un presente que está aquí para quedarse.

15-¿Es la tarea del productor ejecutivo gestionar proyectos y gestionar marcas? ¿Dónde queda la gestión de equipos y comunidades en su labor?

Creo que depende de cada organización y como quieran estructurar el organigrama y las tareas de cada uno. Al final los cargos son solo eso, nombres en una tarjeta y dependerá de las capacidades de cada productor, de su osadía y ambición y por supuesto de lo que a cada uno le permitan hacer.

16-¿Consideras al productor ejecutivo, responsable del proyecto, la estrella de la ficción televisiva?

No, en absoluto, creo que es un trabajo de equipo y que, volviendo al simil de la madre de familia, su labor es solo la de guiar y permitir que los demás exploten sus capacidades de la mejor forma posible pero permitiéndoles al mismo tiempo ser independientes y creativos, conformar su propia personalidad y diferenciarse.

17-¿Hacia dónde va la ficción televisiva?

Hacia una desestructuración completa. La televisión como la entendemos ahora, es decir, la televisión pasiva, ocupará cada vez más horas de su parrilla emitiendo programas en directo, eventos con contenidos deshechables y que no tiene sentido ver en otro momento o lugar.

La ficción sin embargo debe crearse para un consumidor que ya no admite que le marquen una hora y un día en el calendario para ver ese producto y debe por tanto ser lo suficientemente atractiva e incluso adictiva como para que ese espectador vaya a buscarlo, cuente los días que faltan para tenerlo.

Lecturas: ‘Vivir sin jefe’, de Sergio Fernández

Porque tenemos amigos comunes, hace poco tiempo que he terminado de leer ‘Vivir sin jefe’ de Sergio Fernández. Por el mismo motivo, llevo siguiendo la pista al autor y a su labor como coach y periodista durante un largo periodo. Y debo confesar que cada día me gusta más lo que cuenta.

Nunca me gustaron los libros que te dicen qué debes hacer o cómo debes hacerlo. Más si cabe en la apasionante aventura de emprender, ya sea en el ámbito personal o profesional, algo que, en mi opinión, es ‘personal e intransferible’. Y para eso, creedme, soy ‘raro, raro, raro’.

Sin embargo, derrumbando algunos de mis prejuicios, al leer ‘Vivir sin jefe’ me he encontrado con un libro ameno que relata de forma muy sencilla 50 errores que las personas con iniciativa suelen cometer en su día a día. Yo mismo me he visto reconocido cometiendo alguno de esos desaciertos diarios que, con un poco de esfuerzo, son fácilmente corregibles y te permiten disfrutar de esa pequeña tontería: vivir y hacerlo a tu manera sin tener por ello que renunciar a un desempeño óptimo de tu trabajo. Algunos de sus ejemplos o citas me han hecho sonreír, de verdad, porque son situaciones de lo más común que veo también en personas de mi alrededor.

El propio subtítulo del libro dice que es el libro idóneo para hacer que ‘ames trabajar por tu cuenta’ pero he escuchado al propio autor decir más de una vez que el hecho de que trabajes por cuenta propia u ajena es una anécdota: lo importante es tener iniciativa y trabajar en la dirección adecuada sin dejar de descuidar los pequeños aspectos que te hacen crecer. Bajo mi punto de vista, pretende ir más allá de esa simple anécdota e intenta hacer reflexionar a aquellas personas con intereses sobre cómo gestionar mejor su ‘negocio’: el de sobrevivir y el de progresar. Para mí, el ‘negocio’ de vivir.

Tras leer el libro, me viene a la memoria una cita que apunté mucho tiempo atrás: ‘Efforts and courage are not enough without purpose and direction’. No me cabe duda que ‘Vivir sin jefe’ puede ayudar a perfeccionar ese objetivo y esa dirección.

El triángulo formado por el productor ejecutivo, el guionista y el realizador

En el medio televisivo, el papel del productor, aún habiendo estado muy ligado a los cambios que se han sucedido, es el de estrella. En lo referido a la producción de ficción, la figura del productor ejecutivo se ha convertido en el intermediario que defiende el punto de vista creativo-industrial del producto y que arranca los medios para que éste sea posible: recoge facetas del productor, del guionista y del director cinematográfico.

Como bien afirma Mario García de Castro, es el ‘directivo que controla creativamente el proceso de producción, desde el concepto hasta la postproducción, y del que dependen las setenta personas que suelen construir el equipo técnico y artístico de cada una de estas series’[1]. Es éste el que elabora o encarga elaborar el guión a un grupo de guionistas que, a la postre, se convierten en piezas clave de la creación.

La cercanía de esta figura a los creativos es tal que, históricamente, suele provenir del área del guión. El productor ejecutivo, si no es un guionista, suele estar muy cercano a esta área o provenir de él. En este tipo de sistemas de producción, entran en juego nuevos factores como la organización y la coordinación de creativos. Las necesidades que este trabajo en equipo traen consigo obligan a una nueva organización del trabajo en la cual existe una puesta en común de las ideas así como una constante y sucesiva corrección de los borradores que, al final del proceso, darán lugar al guión definitivo.

Con todo esto, el resultado suelen ser series basadas en la multitrama fruto de múltiples versiones, a partir de una biblia y un alargamiento del tiempo de escritura de los guiones. Y todo esto bajo la supervisión del productor ejecutivo, quien se convierte en máximo responsable económico y creativo.

Caso contrario es el de los directores y realizadores televisivos. Lejos del aura que éstos tiene en el cine, en el medio televisivo ‘el trabajo de dirección en televisión está sometido siempre al ritmo de producción y su tarea tiene como principales cometidos la coordinación del trabajo de interpretación y todos los aspectos técnicos relacionados con la preproducción, la grabación y la postproducción’[2]. Los directores y realizadores, en la producción de ficción, suelen variar de un capítulo a otro: el abanico de realizadores incluye a tres o cuatro que alternan en la realización de cada uno de los capítulos, siendo el productor ejecutivo quien se encarga de mantener el estilo y el espíritu general de la producción.


[1] García de Castro, Mario (2002) La ficción televisiva popular: una evolución de las series de televisión en España. Barcelona: Gedisa

[2] Villagrasa, José María (1992) La producción de ficción narrativa en la televisión americana. Tesis de doctorado, UAB.

Entrevista: Mamen Mendizábal

[vimeo]http://vimeo.com/14561369[/vimeo]

Aquí os dejo una entrevista que, hace ya unos meses, realicé junto a algunos compañeros a Mamen Mendizábal, presentadora de ‘La Sexta Noticias’.

Es una muy sencillita entrevista sobre cómo es su día a día en la redacción, sus esfuerzos por llegar a ser lo que profesionalmente es dentro del ámbito periodístico y, en general, cómo es la vida de un periodista.

Los grandes grupos de comunicación

La denominación que se le ha otorgado a los grandes grupos de comunicación a lo largo de décadas ha ido cambiando. Durante años, sobre todo en Estados Unidos, los diferentes grupos de empresas que dependían de una misma casa matriz recibieron la denominación de conglomerado. Específicamente el término conglomerado hace referencia a la combinación de dos o más empresas que realizan negocios completamente diferentes. En el ámbito de la comunicación, tanto en lo profesional como en lo académico, una de las definiciones que se han otorgado a los grandes grupos de comunicación que desarrollaban actividades en varios sectores ha sido la de conglomerados de medios (Turow, 1992).

Otro punto de vista al afrontar la denominación de este tipo de empresas globales es la de diferenciar entre multinacionales, aquellas que mantienen operaciones significativas en varios países pero son dirigidos desde uno solo; transnacionales, empresas con operaciones significativas en más de un país con dirección descentralizada en cada uno de ellos; u organizaciones sin fronteras, caracterizadas por suprimir las barreras geográficas artificiales. Sin duda alguna, ésta es la concepción adoptada por Gershon al referirse a estos grupos como corporaciones transnacionales de medios (Gershon, 1993). Algún estudio más reciente, como el elaborado por Mora Figueroa, teniendo en cuenta los cambios sufridos en las últimas décadas, se decanta por la denominación de corporación transversal de comunicación y establece una serie de atributos que son característicos a este tipo de empresas: dedicación a la comunicación como actividad principal, tamaño y transversalidad (Mora Figueroa, 2009: 71-80).

Por último, muy acorde a esta última definición está en alza una nueva denominación para calificar la estrategia que desarrollan: empresa transmedia. Dicho término, que engloba también una forma narrativa en la elaboración de productos, estructura unos esquemas de organización y explotación del negocio que vincula a todas las industrias culturales y creativas. Es importante distinguir, tal como hace Fernando de la Rosa, entre diversas acciones que realizan estas empresas, acciones 360º y acciones transmedia. En la primera, desarrollan unas misma estrategia de negocio para un producto en torno a estas industrias. En la segunda, a partir de un concepto o producto, desarrollan estrategias específicas para cada plataforma, intentando conseguir una mayor eficiencia en tal práctica.

Sea cual sea el criterio elegido, lo indiscutible es que existe un número escaso de empresas de comunicación, con porcentajes de propiedad y mercado que varían de un sector a otro, cuyo análisis permite hacerse una idea del auténtico control sobre la economía de la comunicación y, en concreto, sobre la economía del audiovisual. Debido a las históricas diferencias que han existido entre la industria audiovisual norteamericana y europea, principales objetos de estudio, se han generado una diferencias económicas abismales entre grupos norteamericanos y europeos. De hecho, de los principales grupos, los que dominan el panorama mundial, todos son norteamericanos; a excepción del grupo Bertelsmann y la facción europea de Vivendi Universal.

La creación de estos vastos conglomerados mayoritariamente derivan, en lo que al audiovisual se refiere, del control del cine que las grandes majors han realizado durante décadas. Hasta 1995, éstas eran: Walt Disney, Columbia, Metro Goldwyn Mayer, Paramount, Twentieth Century Fox, Warner Bros. y Universal. En la actualidad, son los propietarios de casi todos estos grandes estudios de cine —a excepción de Sony Pictures, que además se ha hecho con Metro Goldwyn Mayer—. El grupo Bertelsmann también sienta sus bases sobre los que un día fueron los mayores estudios cinematográficos europeos, los de UFA. Así, todos los grupos —en mayor o menor medida y con grandes diferencias entre ellos— se dedican a la producción de cine y televisión. No hace falta decir que los modelos estructurales y de crecimiento de estos grandes grupos son tan diversos como grupos existen.

BIBLIOGRAFÍA

Gershon, R.A. (1993) International Deregulation and the Rise of Transnational Media Corporations. En: The Journal of Media Economics, 6 (2) : 3 -22

Turow, J. (1992) The Organizational Underpinnings of Contemporary Media Conglomerates. En: Communication Research 19 (6): 682 – 704

Mora-Figueroa, Borja (2009) El mercado global de la comunicación. Éxitos y fracasos. Navarra: EUNSA

La productora y el doble problema económico-financiero III

Independientemente de las diversas posibilidades que puedan adoptarse en el proceso de negociación y contratación de una serie, por regla general, el proceso industrial nace en la figura del productor —ya sea en un gran estudio ligado a una televisión o en una pequeña/mediana empresa independiente—. A diferencia del cine, éste obtiene de la cadena la casi íntegra financiación de la serie: seguramente la haya convencido de una determinada idea o proyecto.

En el caso de la televisión, el problema financiero para el productor ejecutante de la obra, uno de los dos a resolver por su parte, se encuentra casi siempre resuelto de partida debido a la cobertura de la cadena que encarga el proyecto.

Queda por resolver, por tanto, el problema económico, aquel que si se resuelve positivamente consiste en que los ingresos sean mayores que los gastos para así obtener beneficios. Derivado del riesgo de ejecución que tiene la empresa productora por delegación, generalmente existen dos vías para solventar tal cuestión y son dos, por ende, las preocupaciones que un productor suele tener como ejecutante de cualquier producto audiovisual. La primera es tratar de mantener el programa cuantas más temporadas mejor; así,  el valor de la inversión será cada vez más rentable y su explotación en el mercado de segunda visión será más provechoso. La segunda es la de trata de reducir los costos de producción para obtener un excedente o beneficio industrial, en torno al 7-15 por ciento.

Estas tareas se encuentran hoy día, más si cabe, dificultadas por la competencia, los nuevos ritmos de producción y, sobre todo, la no negociación con las cadenas, quienes ofrecen una cantidad que suele estar determinada por el mercado y que obliga a las productoras a decidir entre tomarlo y dejarlo, sin ninguna otra posibilidad. De esta manera, en el caso de la ficción narrativa, se suele producir algo paradójico en la producción de una obra audiovisual: en lugar de desarrollar un plan de producción para con ello elaborar un presupuesto, se produce la situación inversa de, en función de un presupuesto, elaborar un plan de producción que, además, tiene que ofrecer un excedente del coste básico.

Por tanto, amabas vías, de alguna manera, se encuentran ligadas mediante el intento de realizar un producto audiovisual que, en el corto plazo, sea rentable en costes y, en el medio y largo plazo, sea de calidad para de nuevo dar un empujón económico al proyecto con la explotación de otros mercados.

La productora y el doble problema económico-financiero II

Desde los años sesenta hasta finales de los noventa, las cadenas nacionales norteamericanas no podían tener más de un 40 por ciento de programas elaborados bajo la fórmula de producción propia en hora punta. El sistema industrial de aquel país ha permitido la proliferación de un sistema de producción de programas sólido y estable. La mayor parte de la producción destinada al prime time ha tenido que ser encargada a compañías ajenas a la cadena. Esta demanda ha sido atendida históricamente por los departamentos televisivos de las grandes productoras cinematográficas y por un sinfín de productoras independientes. De esta forma, la producción de programas de ficción se ha adaptado a un mercado exigente, con unas reglas de funcionamiento muy asentadas que han permitido una consolidación de una industria fuerte y poderosa.

Por un lado, las grandes productoras cinematográficas, hoy ya parte de grandes conglomerados audiovisuales, se han convertido en las principales proveedoras de ficción. Sus divisiones televisivas, aunque con autonomía en el quehacer diario, poseen una estrategia empresarial muy vinculada a la de la compañía madre. El ejecutivo responsable de la producción de una major, perteneciente a la gran estructura económica, tiene la responsabilidad de que se mantenga el ritmo de rodaje acorde a la previsto y conseguir que los programas se mantengan lo máximo posible en antena para hacerlos interesantes de cara a la sindicación.

Por el otro, se encuentran los productores independientes. Surgidos en la década de los setenta del interés de sus dueños por proteger, controlar y desarrollar obras propias y bajo el umbral de una política legislativa favorable. Dirigen todos los aspectos técnicos y creativos —negociación con la cadena, guión, interpretación, etc—. Este tipo de productoras son, según palabras de Bustamante, ‘un sector vital para una industria audiovisual moderna, con mayor creatividad y flexibilidad ante los cambios de la demanda y mayor capacidad de generación de empleo’. Y es cierto que el florecimiento de las independientes, sobre todo en televisión, se basó en el talento creativo, en un abaratamiento de los costes frente a las grandes estudios y en el espíritu emprendedor, arriesgado e innovador, de sus dueños, muchos de ellos forjados en las grandes productoras filiales o en las televisiones.

La productora y el doble problema económico-financiero I

Si anteriormente se subrayaba la dificultad de alcanzar el éxito que una serie tiene y la importancia que tiene la cadena en la gestación de cualquier programa, el papel que ocupa la productora —más si cabe en el caso de la ficción narrativa— es fundamental como empresa ejecutante del proyecto. El proceso de consumo industrial de la obra televisiva nace, pues, en la producción, pasa inmediatamente por la difusión y se dispersa con posterioridad en la distribución. La producción y la difusión son las piezas claves en el medio, mientras que la distribución quedó como recurso residual . Sin embargo, la búsqueda de una audiencia más fragmentada está haciendo que esta último adquiera una importancia de gran calado estratégico.

Las opciones para una cadena de televisión pasan por elegir entre producción propia o ajena; hacer sus propios programas o comprarlos ya producidos. Tal como diferencia Bustamante, dentro de la producción propia se debe diferenciar entre interna, la totalmente realizada por el operador con sus propios recursos, y externa, que puede ser a su vez financiada, asociada o realizada en coproducción.

Por producción ajena se entiende la compra de derechos de antenas de programas producidos sin colaboración de la cadena —nacionales o importados– (Bustamante, 1999: 107-108). En los últimos años, se ha consolidado la tendencia a utilizar la forma de producción propia externa, en especial la financiada, debido a que permite una mayor flexibilidad creativa, un ahorro de gastos de desarrollo por parte de las cadenas, una delegación del riesgo de ejecución —factor importante y peligroso sobre todo en ficción y que es traspasado a la empresa productora—, así como la existencia de una legislación proclive a reforzar la estructura empresarial de empresas de producción independientes.

La cadena, la programación y la evaporación de la rejilla

Para poder entender el éxito de las actuales producciones de ficción televisiva, se requiere analizar previamente algunos otros aspectos ya apuntados en el anterior post.

En dicho análisis la importancia de las políticas de programación de las cadenas televisivas es muy grande. Tanto es así que es calificada como ‘el lenguaje específico de la televisión’ e instancia por la cual ‘la televisión va revelando también su esencia económica, su integración con el marketing, sus objetivos de máxima fidelidad de la máxima audiencia durante el máximo tiempo posible’ (Bustamante, 1999:94).

La importancia del prime time como bloque estelar de la programación, su peso en términos de audiencia, ha hecho que muy a menudo decida la marcha global de la cadena (Contreras y Palacio, 2001: 139). En Estados Unidos, como en cualquier otro lugar, como sucede en cualquier otro programa, la ficción narrativa surge de las necesidades de programación de las diferentes cadenas. De hecho, en múltiples ocasiones, este tipo de producto, como formato estrella por sus especiales características, suele ocupar el prime time.

Si bien su importancia se diluye en la televisión del futuro mientras que el concepto de programación televisiva se pone en cuestión, es importante comprender que los hábitos de los consumidores no cambian tan deprisa como a algunos les gustaría y que la televisión ocupará un lugar central en la creación de valor de los contenidos audiovisuales del futuro. Buscando información sobre el tema, he encontrado la siguiente cita en el blog de Bernardo Hernández, que refleja bien lo que quiero decir, prestando especial atención a la segunda parte: ‘Internet ha dado a los pequeños y buenos en sus nichos una oportunidad que antes nunca habían tenido. Pero también está haciendo que los grandes sean aún más grandes. Internet hará que los grandes éxitos sean aún más grandes y no más pequeños como esperaba [Chris] Anderson’.

En la mayoría de los casos, son las cadenas, difusoras de los contenidos, quienes gestan la gran cantidad de estrenos que cada temporada se programa en antena. Ésta como anuncia Villagrasa, ‘ha de tener en cuenta para la programación y, por consiguiente, para los encargos de producción, la oferta paralela de las otras cadenas, los propios contenidos, su colocación en la parrilla y los hábitos de consumo de la audiencia’ (Villagrasa, 1992: 47). En este sentido, Miguel Cantor enuncia seis tipos de control que la cadena ejerce sobre la producción de programas:

—    Financia el desarrollo de ideas argumentales, guiones y pilotos.

—    Decide qué tipo de programa de ficción narrativa será emitido cada periodo de programación.

—    Decide cuándo aparecerá un programa especial durante la hora punta.

—    Decide si una serie que ya está en emisión será cancelada o sí continuará.

—    Aplica la censura a todos los guiones en el nombre de la autorregulación.

—    Decide cuánto tiempo dedicará a cada uno de los géneros televisivos.

La rejilla de programación es el producto central del medio y convierte al programador en figura central. La configuración de la oferta de contenidos de cualquier canal pasa siempre por ella: las diferentes tipologías de producción, así como la publicidad y la autopromoción, se encuentran supeditadas y vinculadas entre sí por medio de la programación.

El cable y el satélite, sin embargo, no se encuentran tan determinados por los niveles de audiencia. No digamos ya las posibilidades que ofrece la nueva y prometedora televisión en la Web. Pero, tanto para los servicios básicos como para los servicios premium, existe una oferta programativa previa: para todos los gustos y para todos los colores, eso sí. La variedad de estos tipos de programación, sus filosofías, las estructuras de propiedad y las audiencias se multiplican, aunque bien es verdad que, a rasgos generales, se pueden definir por líneas de contenido o público objetivo.

Incluso en Hulu —la televisión del futuro—, donde se encuentran contenidos que no permite la televisión tradicional y donde ‘la larga cola’ se muestra en su máximo esplendor, la acción estratégica de las cadenas participantes, con una centralidad radicada en sus operaciones de orientación del consumo y de reconocimiento de la cadena, se deja apreciar.

Los departamentos de programación siguen unos esquemas similares en el mundo entero. Más allá de la confusión en la denominación de los puestos de trabajo y de la dificultad de definir un perfil profesional y humano para cada puesto de trabajo, la gran mayoría de las cadenas poseen un área estratégica, un área del qué hacer. Actualmente en ella sobresalen tres figuras claves: el director de antena, el director general de contenidos y un community manager o responsable de comunidad —generalmente integrado en las filiales interactivas de las cadenas—.

En televisión, el acierto o el error último de un programa es atribuido a la cadena antes que a la productora al actuar éstas generalmente por encargo y bajo los dictámenes de la cadena financiadora. El acierto o error depende, por tanto, del responsable de programación. Aunque se relajan —a veces mucho—, dichas pautas siguen vigentes en las plataformas interactivas.

El director de antena tendrá a su cargo lo relacionado con la imagen de la cadena —autopromoción y continuidad, una vez la composición de la rejilla se va evaporando—. El director de contenidos, en cambio, será el responsable de la producción, dando el visto bueno o no a un proyecto.

Por último, en los últimos años se está haciendo necesaria la función de un gestor de comunidad, quien debe ser la persona encargada acrecentar y, en cierta forma, defender las relaciones de la empresa con sus clientes en el ámbito digital, gracias al conocimiento de las necesidades y los planteamientos estratégicos de la organización y los intereses de los clientes.

En conclusión, si de verdad se quiere analizar las claves del éxito actual de las series televisivas no se deben dejar de estudiar cómo funciona la televisión en su interior. En este caso, la actitud de sus responsables, esa pequeña cosa que marca grandes diferencias, es clave en la puesta en marcha de ciertos mecanismos que, posteriormente, de forma indirecta si se quieren, influyen en lo que se produce.

Si los gestores de HBO no hubiesen apostado por hacer las cosas de modo diferente algunos años antes, ¿estaríamos discutiendo sobre tal éxito? Posteriormente, los otros canales han copiado sus estrategias de promoción y programación, tratando de presentarse como su equivalente y, al mismo tiempo, señalando sus formas de hacer como algo propio y distintivo. Pero eso ya es harina de otro costal.

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BIBLIOGRAFÍA

Bustamante, Enrique (1999) La television económica: financiación, estrategias y mercados. Barcelona: Gedisa, 2004

Cantor, Miguel G. (1980) Prime Time television. Newbury Park: SAGE Publications.

Contreras, José Miguel; Palacios, Manuel (2001) La programación de televisión. Madrid: Síntesis

Villagrasa, José María (1992) La producción de ficción narrativa en la televisión americana. Tesis UAB.