Un intenso fin de semana

Por fin, tras unos cuantos años de espera, el pasado viernes 5 de octubre, ¡me doctoré! Podía haberlo hecho mucho antes, porque la tesis la tenía escrita pero, entre viajes de investigación, los trámites que se tienen que hacer en la eficiente* burocracia española y la llegada del verano, la lectura se aplazó hasta el mes de octubre.

Iba nervioso como pocas veces y, a causa de esto, la presentación no la hice como yo quería hacerla. Perfeccionista que es uno, oigan. Pero todo salió bien. Es especialmente difícil explicar tu trabajo de cuatro o cinco años en 30 minutos. Muy difícil. Una vez presentada, tocó el turno a los miembros del Tribunal: debían señalar qué les pareció mi tesis. Y, bueno, yo aquí perdí la noción del tiempo: se emplearon a fondo. Una de las cosas que me sorprendió —incluso lo reconoció el presidente del Tribunal— es la minuciosidad con la que se habían leído mi tesis.

Cualquiera que esté en el mundillo académico, y sin ánimo de generalizar, sabe que… se dan casos de que ni siquiera se la leen. Bien, pues a mí, me hicieron múltiples anotaciones, indicaciones de página y comentarios que mostraban que, no sólo se la habían leído, sino que su interés era muy alto. Vaya por delante que las objeciones, críticas y peros fueron múltiples y constantes, pero siempre en tono constructivo. Síntoma de que había mucho interés. Además, siempre, hacían hincapié en que mi tesis estaba muy por encima de la media con respecto a las que «habían leído en los últimos años» y que el objeto de estudio era (casi) inédito, muy ambicioso y difícil de estudiar. Yo, en palabras de un catedrático, «le había hincado el diente, bien hincado». Aunque pueda parecer tonto, todas esas críticas y objecciones a mi me sirven muchísimo, tanto para mejorar mi trabajo como para saber que ciertas personas me han leído.

¿El resultado? Sobresaliente Cum Laude por unanimidad y tres paellas, con su vinito correspondiente, en Casa de Valencia para celebrarlo. Luego, cenita con amigos. Y sábado y domingo más de lo mismo. Además, me hizo especial ilusión, el «homenaje» que mis amigos Javi y Raquel me dieron el domingo por la mañana: pidieron las llaves de mi casa a mi familia en secreto, se curraron una cesta llena de cosas para desayunar —no faltaba detalle, hasta zumo recién exprimido había— y, dejándolo en el rellano de mi puerta, se marcharon y, a la que se iban, tocaron el telefonillo. Todo esto a las nueve de la mañana, levantándonos de la cama y… sin saber quién carajo había puesto la cesta allí con sus correspondientes globos. Se marchaban riéndose y sin querer subir. Lo dicho, un gran homenaje.

Pero… el fin de semana no acababa ahí: el lunes, a las 8 de la mañana, conseguía que me despidieran de la empresa. En los últimos meses, trataba de llevar a cabo varios proyectos. Uno de ellos, muy relacionado con los Social Media. Es una situación rarísima la mía: sigo pensando que me han echado por hacer las cosas bien. Quizás, demasiado bien para lo que algunos podrían soportar. Demasiado bien en demasiado poco tiempo. Son muchísimos los que a día de hoy me preguntan: intento evitar detalles porque… de verdad que es feo. Se mezcla mediocridad, envidia y maldad y… uf, prefiero no pensarlo porque… no es lo mismo saber que hay malas personas en el mundo que vivirlo en primera persona. Eso sí, no puedo dejar de mencionar lo que me ha impresionado (supongo que será una lección vital) cómo gente buena, sin maldad ninguna, permite ciertos comportamientos o situaciones sólo… por miedo. Definitivamente, Burke tenía razón: para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada. He visto envidia en ojos de ciertas personas, de ese tipo en el que el envidioso ve en el otro algo que nunca podrá tener. Me ha hecho aprender mucho y darme cuenta de todo lo que puedo hacer.

Salvando muchísimo las distancias, pues no les llego a la suela de los zapatos, siempre que intento explicar qué ha pasado, me viene a la cabeza este post de Miguel del Fresno (punto 2, líneas 10-14) y esta entrevista a Gumersindo Lafuente (respuesta a la pregunta 10), pero aplicado al mundo de la televisión. No lo digo para que no piensen que soy un chiflado o un vanidoso. Pero, es la verdad. Y yo la sabía.

Además, resulta curioso pero… me siento más fuerte que nunca: sé lo que quiero hacer y… lo voy a hacer. Siempre tengo planes y proyectos entre las manos y fue curioso, cómo, al llegar el lunes a casa, me puse, con toda la tranquilidad del mundo, a seguir desarrollándolos. Siempre dije que tenía dos gorros, el profesional y el académico. Ahora toca seguir con la hoja de ruta, la que tenía en la cabeza y la que sé que, aunque se caigan proyectos, debo hacer. Y también sé que los proyectos nunca se caen, avanzan, retroceden, avanzan, retroceden hasta que son lo suficientemente maduros—este lo era— y caen en las manos apropiadas para desarrollarlo con éxito.

Lo último a comentar es… la enorme cantidad de llamadas, mensajes privados por redes sociales o Whatsapp que he recibido en los últimos días. Para mí, que me tengo por un chiquito de lo más normal, me ha impresionado. Ahora toca tranquilidad para tomar decisiones y en esto estamos: disfrutando de un día entero con amigos, en casita, sin hacer nada pero haciendo todo. Es gracioso cómo, para sentir el calor de tus verdaderos amigos, no hacen falta muchas palabras.

 

Encuentro TV Conectada de Vocento

El pasado jueves tuve la oportunidad de acudir al Encuentro Estrategias y nuevos modelos de negocio ante el boom en España de la TV conectada que se celebró en la sede del grupo Vocento. El evento llevaba como subtítulo Protagonistas, retos, exigencias e innovación en el nuevo entorno digital conectado. La verdad es que salí bastante contento: había mucha directiva de los principales canales de televisión a nivel nacional y noté cierta ‘puesta al día’ (a la fuerza ahorcan, supongo).

Por resumir, que estoy liadísimo con la lectura de la tesis, me quedo con las intervenciones de González Pacheco y Pepe Abril, ambos de mesas redondas diferentes.

José Manuel González Pacheco realizó su exposición basándose en la experiencia de su grupo, Antena 3. Comenzó señalando que la empresa lleva trabajando de forma activa en TV conectada y TV social, vinculada a las redes sociales, desde 2009, cuando lanzaron una colaboración con Sony para estar presentes en PlayStation 3. Señaló que aunque 2009 una fecha muy cercana, la verdad es que a Antena 3 le han sucedido muchas cosas y ha firmado acuerdos con muchas empresas. Desde 2010 hasta el día de hoy, según el directivo, han firmado acuerdos con Samsung, Philips, LG, Xbox, TiVo, etc.

Señalaba, además, que su grupo, como estrategia, intenta “ir por delante”, en un intento de desarrollar nuevos modelos de negocio. En dicho intento, según recalcó, se busca que “los contenidos estén controlados por los operadores” y no por los fabricantes de dispositivos, intentando evitar que ocupen su lugar como difusores.

Según el profesional, una parte importante del trabajo a realizar en este nuevo entorno es innovar y “trabajar, trabajar, trabajar”. Los negocios del grupo en este ámbito, de nuevo de forma estratégica, se basan en contenidos e iniciativas transaccionales, en la diversificación y en la medición a través de Big Data (Metadata Adserver Tools).

José Abril se encargó de mostrar el éxito que su última producción, La Voz, ha tenido. Me encantó porque es raro encontrar a gente de su edad que tenga la suficiente flexibilidad para hablar como lo hizo. Según confesó, él, que sólo había prestado atención a los datos de audiencia convencionales durante más de 30 años de profesión, añadió que habría que empezar caso a otras métricas. De forma concreta, mostró datos en redes sociales que las dos primeras emisiones habían conseguido, conjugadas con los datos de audiencia tradicional. En ese sentido, llegó a aventurarse a señalar que “si las redes sociales se pueden medir como parece que se está haciendo, ahí hay dinero”. Además, como reflexión última, añadió que desde las cadenas y productoras, si no se hace ya, se debe empezar a pensar en producciones 360º. Tal y como dijo, “la tecnología y las capacidades se tienen; hacen falta aptitud y voluntad”.

Para el que tenga interés, existe vídeo de la primera ponencia, la de González Pacheco. No así de la segunda, en la que José Abril habló. Se encuentra en: http://www.youtube.com/watch?v=VZelUFKb7Qo

 

«Conectar TV y Web social», Deb Roy [ENG]

La relación que existe entre televisión y redes sociales, especialmente en Twitter, suele ser muy fácil de ver pero muy difícil de explicar sobre todo cuando, a quien se lo explicas, no es muy ducho en redes sociales. No todo el mundo tiene que serlo, claro está. No se trata de eso: sólo… que a veces es difícil.

Deb Roy es el presidente y fundador de Bluefin Labs, empresa de analítica que se encarga de analizar esa relación en el mercado estadounidense. Me costa que están teniendo bastante éxito y, como ejemplo, hace poco se levantaron 20 millones de dólares americanos —que se dice pronto…— de un grupo de inversores entre los que estaba Time Warner. No quiere decir nada, pero a la vez quiere decir mucho… Pero, vamos, la cuestión es que, en esta conferencia celebrada en París, explica bastante bien cómo Twitter y los programas de televisión se retroalimentan y cómo su empresa lo aprovecha.

Un pasito más para hacerlo más comprensible.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=zk3YNTXLrtI[/youtube]

Entrevista #TransSocialTV

El siempre incombustible Eduardo Prádanos me volvió a pedir contestar a unas cuantas preguntas sobre televisión, Twitter y medición de audiencias.

Tuve la suerte, hace unos meses, de que me tuiteara —eso de llamar por teléfono ya no se lleva— para que formara parte del profesorado de un curso que, junto a Elena Rodríguez, ha puesto en marcha: el Programa de Desarrollo Profesional de Experto en Televisión social, Transmedia y nuevas narrativas audiovisuales (de octubre de 2012 a enero de 2013). Yo, como no puede ser de otra forma, encantado.

Se trata de un curso del que, personalmente, me siento orgulloso de participar: como le dije a él, es un curso que, si yo fuera estudiante y/o profesional del mundo de la comunicación (y de la empresa) en el otoño-invierno de 2012, me gustaría hacer. El mundo de la televisión está viviendo unos cambios que, al contrario de lo que muchos piensan, no son problemas, sino oportunidades. Y las oportunidades hay que saber aprovecharlas. Estoy seguro de que este curso profesional ayudará para ver venir y aprovechar esos cambios. Y mucho.

Aquí os dejo un enlace a la entrevista. Además, todas las entrevistas al resto del profesorado —mucho más interesantes que la mía, seguro— están disponibles aquí. Y, por último, también se puede descargar el folleto aquí y seguir las noticias relacionadas con el curso en Twitter con el hashtag #TransSocialTV.

Lecturas: ‘Innovación en los medios. La ruta del cambio’

Pareceré idiota, pero una de las primeras cosas que quería hacer tras volver de Estrasburgo era… comprar  ‘Innovación en los medios. La ruta del cambio’. Está escrito por Francisco J. Pérez Latre y por Alfonso Sánchez Tabernero. Y está escrito muy bien.

De partida, las temáticas que trata me interesaban mucho. Por un lado, innovación y medios de comunicación. Por el otro, gestión, creatividad y liderazgo.

Como digo, el libro está bien escrito. Narra lo que, en el mundo de los medios, está sucediendo y busca no sólo identificar causas sino encontrar soluciones. El presente y el futuro de los medios es digital, global y emprendedor; por mucho que a algunos les cueste, es y será así. No hay más vuelta de hoja.

En la actual situación, el papel de la gestión empresarial, algo que me apasiona, es vital. Tanto desde el ámbito académico como desde el práctico, los problemas y los retos a los que hay que hacer frente son muchos.

Me quedo con varios capítulos o apartados. El primero de ellos es el que hace referencia a la necesidad de una revolución mental (Cap. 3, p. 103). Como señalan, “en el caso de la industria de los medios, una serie de retos han hecho patente la necesidad de una revolución mental. Algunos no son exclusivos de la industria, pero se hacen presentes en ella de modo especial”.

También recomiendo el capítulo 5 (p. 155 en adelante), el de innovar leyendo los cambios, del que destacaría los siete apartados que incluye: temas como la convergencia entre lo online y lo offline en la oficina, la resistencia al cambio, las redes sociales y la autocomplacencia son vitales en un entorno como el actual.

De forma más personal, los dos últimos capítulos, los que tratan los temas del liderazgo y el tarea del líder, me han gustado mucho. De nuevo, algunos de sus apartados tratan, de primera mano, lo que está sucediendo (o lo que no está sucediendo y debería estarlo) en la gran mayoría de empresas de la comunicación.

La educación en los tiempos del cólera

Hace algunos días estaba comiendo con algunas compañeras y salió el tema de la educación de sus hijos. La situación para los jóvenes en España, como todo el mundo sabe, no es nada halagüeña. Yo no tengo hijos, pero tengo opinión.

Una de ellas comentaba que su hijo, ya adolescente, estaba desorientado: ¿para qué estudiar si va a dar igual? ¿para qué elegir entre estudiar y no estudiar si el resultado es el mismo?

La situación es difícil porque… ¿¡qué carajo le vas a decir!? ¿Acaso no tiene razón? Entre otras cosas del día a día, esta semana, además, se ha sabido por la Encuesta de Población Activa que más de la mitad de los jóvenes españoles  —el 53,2 por cien, que se dice pronto— está en el paro. Datos asombrosos y escalofriante la respuesta de la sociedad. Nos debería dar vergüenza, pero ya ni siquiera nos indignamos. Nos debería dar miedo, pero ese miedo nos está paralizando en lugar de hacer que no paremos de hacer cosas.

Sin embargo, con todas las dificultades habidas y por haber, las oportunidades que se presenten en el futuro pasarán por una mejor educación y no por estudiar menos. Algunos piensan como yo y los datos les respaldan. Cuando en un país, al que le iba bien, la tasa de paro era del 8 por cien, algo no cuadraba entonces: el problema del paro es de regulación. Aunque las leyes no sean suficientes para resolverlo.

Pero estudiar, al menos como yo lo veo, no pasa por ir a la Universidad y sentarse en una silla a escuchar. No, por ahí no. Pasa por formarse —preferiblemente en lo que a uno le gusta; es algo determinante para tener éxito—, ir a la Universidad o no y, posteriormente, hacer, hacer y hacer. Sin dejar de formarse en el futuro.

Siempre digo que ir a la universidad es mejor que no ir, pero también creo que no debería ir todo el mundo. Antes de que se me tiren al cuello, diré que soy partidario de una Universidad pública, pero no una que acoja a todo aquel que quiera entrar. De forma resumida, siempre digo que quiero “una Universidad de todos, pero no para todos”. Algunos me argumentan que todo el mundo debería tener una educación universitaria y yo respondo que no, que debería tenerla todo el mundo que quiera y que se lo merezca. Hay muchas alternativas, pero las tocaré otro día que tengo ganas: hoy no escribí para eso.

Volviendo al tema, uno puede sentirse estafado: ha estudiado unos años y, cuando termina, no vale para nada. Es una forma de ver las cosas, pero no es la mía. No digo que no haya injusticias y que no haya que combatirlas, por favor: digo que la vida nunca ha sido fácil y la universidad no lo es todo. Luego hay que pelearlo. Y también digo que, para trabajar, no hace falta ir a la universidad: a la universidad no se va para encontrar trabajo.

Además, nos tachan de la generación más preparada de la Historia de España. Y es aquí cuando me descojono. Tengo amigos y compañeros de estudios que, por no saber, no saben ni escribir. Y es jodido. La falta de competitividad del español medio es bestial y, de alguna manera, tenemos complejos: cualquiera cambio que hagamos en la dirección correcta, es criticado de forma feroz diciendo que nos quitan nuestros derechos. Como si los derechos a uno se los regalaran y no hubiera que conquistarlos. En cierto modo, suscribo las palabras de este señor. Especialmente en el punto número cuatro.

Sé que el post no está quedando todo lo claro que me gustaría, pero es que la situación no es fácil de resumir.

Ahora estamos abajo, pero pronto estaremos arriba. Mucho más pronto de lo que algunos se creen. Lo que no quiere decir que volvamos al lugar en el que estuvimos. Saldremos reforzados, pero será otro escenario distinto. Y es por eso que la educación será vital: vamos a un mundo globalizado, sustentado en altas tecnologías, competitivo a nivel mundial, con muchísimas oportunidades para quien quiera aprovecharlas, pero con muchos problemas para quien quede descolgado. Prestar atención a los minutos [2.45 – 4.00], [4.30 – 5.20] y [12.30 – 13.30].

 

#valoralavida

Hoy me pongo un poco menos serio. O más que nunca. No lo sé. Utilizo el blog, normalmente dedicado a los mercados y los Media, para algo más especial e importante que eso.

Hoy comienza la Semana contra la Leucemia en este año 2012. Su lema es: «Iré a cualquier parte siempre que sea hacia delante». Qué gran verdad.

Aquí os dejo un vídeo que tiene mucho encanto. No apto para horario de oficina.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=7lHec2yzAJg&feature=player_embedded[/youtube]

Además, creo que se han juntado el hambre con las ganas de comer: sortean unas bonitas tazas, soy enfermo de leucemia y ¡mi chica colecciona tazas! Si queréis una de ellas —yo sólo quiero una ;)–, tenéis que difundirlo y colocar una frase de motivación en el panel de Facebook de la Fundación Josep Carreras, que organiza los actos y suele ser la gran promotora de la lucha contra la leucemia en nuestro país.

Por último, también podéis enviar un SMS con la palabra “NOLEUCEMIA” AL 28027 (Donativo íntegro: 1,2 Euros. Disponible para móviles españoles de Movistar, Orange y Vodafone).

Pasad buena semana 😉

Innovar… no es divertido

Hace poco leí un tuit que me hizo mucha gracia. Venía a decir algo así como que una ardilla podría cruzar España de evento en evento para emprendedores sin tocar el suelo. Está de moda y… hace mucho daño. Entiendo que la situación en España es de ruina total y que las únicas salidas para muchos está en emprender. Lo cual es cierto.

Todo mi respeto para aquel que tiene un proyecto y lucha por sacarlo adelante. Aunque a mí ese proyecto no me interese en absoluto, sólo luchar por algo o alguien da respeto en esta vida. Esta última frase es letra de canción, pero ahora mismo no recuerdo de cuál.

Sin embargo, emprender no es un juego de niños. Hay quien se lo toma a broma: lo pagarán otros. Como siempre. Ahora, hasta dan subvenciones a emprendedores, algo que me parece totalmente contradictorio: ¿para qué cojones quiero yo una subvención administrativa si lo que tienen que hacer las Administraciones es echarse a un lado y dejar hacer?

Emprender no es fácil y, por mucho que te ayuden —nunca, nada, lo hace una sola persona— la sensación normal de alguien que lo intenta es una: estar solo.  Y eso, amigo, no es divertido. Ni fácil. Aunque, repito, sean muchos los que te ayudan y estés rodeado de gente que te quiere.

A algunos de esos que se lo toman a broma les reconocerás porque practican el noble arte del canapé: están en todos los vinos españoles de esos eventos que comentaba, pero no van buscando desarrollar un proyecto sino que… van con un CV debajo del brazo o, peor, sin CV ni proyecto. Lo que hacen suelen denominarlo como networking, pero sólo es menear la perdiz porque… es lo que toca y está de moda. Tengo la teoría de que, en esta vida, si quieres conocer a alguien lo conoces, tanto en la vida profesional como en el ámbito personal: no hace falta irse de copas ni ser amigo de nadie. Si eres serio y responsable, vienen solos: la mala noticia es que hay que trabajar duro, la buena es que no hay muchos que trabajen.

En cuanto a los del canapé, yo no sé si les engañan o son ellos mismos los que se quieren engañar. Lo que sí que sé es que es triste. Muy triste.

Para emprender hay que tomar riesgos, ya sean estos quedarte sin blanca —mucho más habitual de lo que muchos piensan– o arriesgarte a que te partan la cara por atrevido.

Lo del dinero es casi lo de menos, de eso se recupera uno y no hay mal que por bien no venga. Pero lo que la gente no suele perdonar es que tengas una idea, un sueño o un simple proyecto y que tengas el valor de luchar por ello. Es entonces, y sólo entonces, cuando irán a por ti: si tienes un coche muy grande —más grande que el de tu vecino, quiero decir– aunque no te lo puedas permitir, no sólo te lo perdonan sino que te admiran; si eres falso e hipócrita inclusive con los tuyos, no sólo te lo perdonan sino que te admiran; si además de ser mediocre te vanaglorias de ello, no sólo te lo perdonan sino que te admiran. No se lo puedes achacar a nadie en concreto, pero lo sientes: están esperando a que te pegas el batacazo porque tener una idea, pensar de forma independiente, está mal visto. De nuevo, no es que sea algo insuperable, pero no es divertido.

Para emprender, para ser innovador, hay que ser extremadamente egoísta y, a la vez —algo curioso, por contradictorio—, extremadamente humilde. Egoísta y ambicioso para tomar conciencia de que lo puedes hacer; humilde y sincero para ejecutar el plan. Por motivos que no alcanzo a entender, a la gente no les gustan los cambios y activa un mecanismo de autodefensa. Llámalo como quieras, pero creo que eso lo que sucede.

Si me hubiese frenado con el primer no recibido, no habría hecho nada. Absolutamente nada. No deja de ser curioso contemplar ese proceso psicológico en el cual los mismos que te decían que no irías a ningún lado acaban alabando tu tenacidad y buen tino. No es que lo hagan adrede o con mala intención, simplemente es que no lo ven. No es mejor ni peor, a ti se te escaparán otras muchas cosas, pero ellos no suelen tener la visión que tú sí tienes sobre un hecho concreto. Si uno lo piensa, es bastante simple.

Pero es que, además, emprender es fracasar. Una y otra vez. Y esto sí que, definitivamente, no tiene nada de divertido. Dicen que el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso uno solo. Por lo general, si eres lo suficientemente pringa’o –con un par de principios morales que tengas, lo eres— tú serás el fracasado. Sí, no mires a los lados: serás tú. Siempre pasa.

Cuando digo que no es divertido no es por las hostias que te pega la vida, no: al fin y al cabo, a eso le acabas pillando el gustillo y hasta pones la cara en la próxima ocasión. Pero lo que personalmente a mí más me afecta son las decepciones personales por miedo y por maldad. No las entiendo. A veces pienso que la inmensa mayoría de la gente es mala por miedo: presiones para no hacer cosas, pequeñas zancadillas de gente en la que tenías confianza, luchas de egos por asuntos nimios y gente que sucumbe al miedo… convirtiéndose en peor persona. Cuando uno intenta hacer cosas nuevas, innovar —sea lo que sea eso– este tipo de situaciones están a la orden del día. Y no, no son divertidas.

Creo que es por eso por lo que me tomo las cosas tan en serio, siendo duro con los que considero irresponsables y no toman con el suficiente respeto, de forma consciente o inconsciente, a los que de verdad lo están intentando.

Lecturas: ‘La ficción audiovisual en España: relatos, tendencias y sinergias productivas’

* Reseña publicada en Telos 91.

La ficción audiovisual en España: relatos, tendencias y sinergias productivas

Miquel Francés i Domènec y Germán Llorca Abad, coords.

ISBN: 978-84-9784-695-0

El nuevo libro La ficción audiovisual en España: relatos, tendencias y sinergías productivas, coordinado por Miquel Francés y Germán Llorca, comprende un total de diecinueve capítulos, estructurados en seis bloques, todos ellos relacionados, de una forma o de otra, con la ficción audiovisual. Los trabajos ofrecidos por los diversos autores participantes son el resultado de las IV Jornadas de Contenidos para Televisión Digital (CONTD), celebradas el 19 y 20 de mayo del pasado año en la Universidad de Valencia, en las cuales expertos, profesionales y académicos debatieron sobre la ficción televisiva como macrogénero audiovisual que aspira a las máximas cotas de calidad y eficiencia, tanto artísticas como económicas.

Estructura

El primer gran bloque Historias, relatos y narrativas consta de dos capítulos en los cuales se trata la evolución que la narrativa ha sufrido en los últimos años y de las estrategia que actualmente siguen para llegar al espectador. Los conceptos de cultura popular 2.0, como la denomina Álvarez Berciano, y el enfoque transmedia de la producción, a cargo de Alberto González, están bien tratados en el libro, con enfoques densos y bien documentados.

El segundo gran bloque lleva por título Géneros y tendencias y consta de tres capítulos a cargo de tres autores diferentes. En ellos, por este orden, se hace un interesante repaso de la producción de ficción española en el periodo 2005-2011; se centra la atención en el auge de la hibridación de géneros en productos con clara vocación de servicio público de calidad en un intento de atraer a los espectadores; y se analiza la desigual e histórica competencia entre los productos de ficción norteamericanos, principalmente estadounidenses, y los españoles.

El tercer bloque, Historia, memoria e identidad cultural, se centra “en la descripción de relatos con base anecdóticamente ‘histórica’, tanto nacional como local”. El primero de los capítulos del bloque, escrito por Luis Veres, se centra en el estudio del auge de las series de ficción con tintes históricos, más o menos alejadas de la realidad, tras una época anterior en la que predominaba un interés por temáticas quizás más arriesgadas en la, hasta ese momento, considerada pequeña pantalla.

En el segundo capítulo, se trata el caso concreto de la serie L’Alqueria Blanca, en un intento de estudiar e investigar la ficción televisiva como productora de referentes en el contexto cultural valenciano. Para ello, se ofrecen los resultados de la captación de datos de casi un centenar de personas, que fueron expuestos a uno de los capítulos de la serie emitida por la televisión pública valenciana.

El tercer capítulo, también muy focalizado en el ámbito local, pretende dar a conocer las preferencias de los consumidores valencianos en cuanto a contenidos televisivos en la pantalla convencional y en Internet, con el objetivo de averiguar qué grado de independencia tienen en la elección de los contenidos frente a los dictados del propio mercado. En esta ocasión, el universo de la investigación, basada en entrevistas en profundidad, es de 700 personas de entre 16 y más de 55 años.

El cuarto gran bloque, denominado Ficción y representación audiovisual, consta de cinco capítulos, siendo el más extenso de todos los incluidos en el libro. En dicho apartado, se analizan series americanas como The X Files, Bones, Los Soprano o The Wire, desde diferentes puntos de vista y por diferentes motivos. En las dos primeras ficciones, no elegidas al azar por la autora, el interés se centra en el universo del personaje y, para su estudio, se analizan los episodios pilotos de ambas series. En el caso de Los Soprano y The Wire, sin embargo, lo que se busca es analizar la influencia de las obras de Martin Scorsese en temas como la familia o la violencia. Además, el bloque se completa con una siempre interesante genealogía de la narración cinematográfica, a cargo de Juan Miguel Company, y un bonito capítulo sobre la música y el tratamiento sonoro en la ficción televisiva estadounidense actual, realizado por Xavier Mas i Sempere.

Los bloques cinco y seis, Producción y difusión y Ficción para los nuevos medios, son los dos últimos y, por su interés creciente, así como por el trato que durante las Jornadas se ofreció, con gran presencia de profesionales y expertos no académicos, se detallan con mayor interés.

La producción de ficción en España y su necesaria internacionalización

La ficción, no cabe duda, es el género ideal para anclar una imagen de marca positiva en cualquier cadena de televisión hoy día. En los últimos años, la emisión anual de dichos productos ronda las 1.500 horas en el conjunto del audiovisual y, una vez que las bases del sector se asentaron en los años novena, el subsector de la producción audiovisual española, a pesar de las nuevas estrategias derivadas de la crisis económica, presenta un futuro esperanzador.

Tal y como indican Francés y Llorca, es esencial diseñar productos de largo recorrido, planteando proyectos alrededor de una marca de ficción: la serie televisiva es la raíz de un proyecto, pero también se debe desarrollar una estrategia desde el inicio para la explotación a medio y largo plazo de otros productos virales. Esto, como se señala en los capítulos del bloque, algunas productoras españolas saben hacerlo muy bien al destacar lo importante que es el hecho de enfocar la producción de series como eventos: se trata de generar expectación para fidelizar al público.

Además, existe un cambio de ciclo en las grandes productoras por el cual se tiene que comenzar a realizar una nueva ficción y desarrollar unas nuevas estrategias empresariales muy enfocadas a la internacionalización. Por un lado, se trata de producir contenidos con temáticas globales e intentar que cada vez haya más series españolas en el extranjero. Por el otro, existe la necesidad de adaptarse a las condiciones del mercado internacional puesto que, aunque se ha mejorado mucho, las formas de hacer españolas deben ir un paso más allá. En este sentido, existen productoras que están creando sus departamentos de ventas internacionales; que saben lo que quieren, vender sus productos, y acuden a hacerlo a los festivales de larga tradición internacional.

La ficción para los nuevos medios y para las nuevas mentes

La televisión se ha convertido en centro de convergencia tecnológica y su industria de contenidos sigue siendo el principal motor de desarrollo. En torno a ella se sitúan todos aquellos prometidos novedosos mercados. Como no podía ser de otra manera, el libro, tal y como se trató en las Jornadas, se interesa por la visión de la producción audiovisual en torno a la cuestión de la televisión en la Web, los contenidos para nichos de mercado determinados y el transmedia, así como qué tipo de relación existe entre la ficción y los nuevos medios.

Miquel Francés, ya en la introducción, señala a este respecto que las cadenas de televisión deben entender que se tienen que adaptar al nuevo entorno digital interactivo si quieren continuar conectando con el público joven y joven-adulto, que ha migrado hacia los nuevos dispositivos y ha adoptado nuevas fórmulas de consumo. Como ejemplo, la relación que en los últimos años se ha establecido entre el consumo de televisión, llámese convencional, y la presencia en redes sociales, como puede ser Twitter, debe ser muy tenida en cuenta por los responsables de las producciones de ficción televisiva puesto que éstas generan predisposición –o ausencia de ella— por los contenidos que se ofrezcan y bien pueden servir de termómetro a la hora de elaborar nuevas tramas, sorprender al espectador o, simplemente, buscar una mayor difusión y promoción del producto.

La creación de contenidos complementarios, sobre todo interactivos, basados en marcas audiovisuales es una nueva realidad que hace que la experiencia y el conocimiento que se pueda tener sobre la tradicional serie de televisión aumente. En el centro de este proceso se seguirá situando el mercado televisivo, lugar donde el diseño transmedia de las producciones adquirirá un gran valor.

No cabe duda que el libro coordinado por Francés y Llorca es un buen punto de encuentro no solo para estudiantes de comunicación, sino para todos aquellos implicados en la siempre difícil tarea de producir un proyecto de ficción televisiva en su sentido más amplio. Los planteamientos de los diferentes autores están centrados en cuestiones muy variadas, que abordan gran parte de las cuestiones relativas a la ficción audiovisual en nuestro país, pero que no por ello caen en la dispersión, algo es de agradecer a los responsables de la coordinación del volumen.